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36 años de la toma del Palacio de Justicia

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Por: Jorge Enrique Tello Chávez
jet.30@hotmail.es

Se produjo el 6 y 7 de noviembre de 1985, por parte del Movimiento M-19, que nació el 19 de abril de 1970, como protesta al fraude de las votaciones presidenciales al General Gustavo Rojas Pinilla de la Anapo.

Vienen a mi memoria, sus grandes acontecimientos revolucionarios, que hicieron tambalear la paz nacional, como el Robo de la Espada del Libertador de la Quinta de Bolívar, a las 5:00 de la tarde del 17 de enero de 1974. Luego perpetraron el Robo de 5.000 armas del Cantón Norte, el primero de enero de 1979 y tal vez el más sonado a nivel internacional, La Toma de la Embajada de República Dominicana, el 27 de febrero de 1980, cuando secuestraron a 50 personas, entre ellos 19 embajadores y que duró 60 días, logrando salir con un buen botín de dólares para Cuba.

La toma del Palacio de Justicia 

El motivo de la toma fue el incumplimiento por parte del Gobierno nacional al Acuerdo de Paz firmado en Corinto, en el Cauca. Muchos aseguraban que fueron financiados por “Los Extraditables”, al mando de Pablo Escobar, buscando evitar la aprobación del Tratado de Extradición, de la Corte Suprema de Justicia. Haciéndose popular la frase, “Preferimos una tumba en Colombia a una cárcel en los estados unidos”. “la operación Antonio Nariño por los derechos humanos”:

La inician siete guerrilleros como Alfonso Jacquín e Irma Franco, vestidos de civil y armados, quienes ingresan al palacio a las 11:00 de la mañana. Una hora después “El Comando Iván Marino Ospina” en tres vehículos, hacen su entrada 27 guerrilleros al mando de Luis Otero y Andrés Almarales, utilizando los sótanos de la cafetería. Los primeros acribillados fueron los vigilantes.

En el interior del palacio gritan arengas y consignas, exigiendo la presencia del presidente Belisario Betancur Cuartas, para hacerle un juicio político, ante los magistrados las altas Cortes y como testigos, a todo el pueblo colombiano. Por su parte, el presidente de la Corte Alfonso Reyes Echandía pedía a gritos: “Que cesara el fuego, porque así todos vamos a morir”.

A las 2:00 de la tarde un tanque cascabel del Ejército rompe la puerta principal del palacio, mientras dos helicópteros dejan en la terraza a policías del Comando de Operaciones Especiales. Luego dos tanquetas penetran al Palacio, logrando liberar a rehenes, que son trasladados a la Casa del Florero.

El tire y afloje del Gobierno Nacional

A las 3:30 El presidente Betancur solicita asesoría a expresidentes, congresistas y candidatos presidenciales, quienes le recomiendan que era mejor negociar y buscar el cese al fuego. A las 5:45 se inicia un voraz incendio en el cuarto piso, que se extiende por todo el palacio.

En la noche la ministra de comunicaciones, Nohemí Sanín Posada ordena trasmitir por televisión, el partido entre Millonarios Vs. Magdalena. Varias cadenas radiales realizaban sus informes en directo desde el lugar de los acontecimientos.

A las 7:00 de la mañana, del 7 de noviembre, el presidente  Belisario Betancur aceptó dialogar con los subversivos y ordenó el cese al fuego al director de la Policía Nacional Carlos Martínez Sáenz. Reyes Echandía se comunicó con Martínez y éste le afirmó haber cumplido la orden, pero argumentando problemas de comunicación, no se cumplió.

El balance sangriento de muertos

Los Bomberos intentaron aplacar las llamas que ocasionaron la muerte de 11 magistrados, 20 funcionarios públicos, 6 empleados del edificio, 5 de la cafetería, 13 de la fuerza pública, 5 visitantes y 34 guerrilleros.

Los cadáveres calcinados fueron trasladados al Instituto de Medicina Legal, para la realización de las diligencias de necropsia. Muchos familiares se apostaron en sus afueras para reclamar los restos mortales de sus seres queridos, aportando sus historias odontológicas o cartas dentales, como sus objetos de uso personal, para obtener las muestras de su ADN y confrontarlos con los cuerpos totalmente calcinados.

A propósito de los desaparecidos

Muchos rehenes fueron rescatados por miembros de la Cruz Roja y la Defensa Civil, los cuales de acuerdo a videos y fotografías, salieron con vida del Palacio y conducidos la Casa del Florero. De allí por orden de los altos mandos militares, fueron trasladados al Cantón Norte, en donde fueron sometidos a fuertes interrogatorios, torturas y muchos de ellos perdieron la vida. Siendo enterrados como NN, en un Cementerio Sur de la capital colombiana.

De donde con el paso de los años, los Juzgados en donde cursan aún varios procesos judiciales, ordenaron la exhumación de los cadáveres, para el correspondiente estudio y análisis forense.

Un magistrado nariñense se libró de morir

Hacía unos pocos meses había renunciado como miembro de la Corte Suprema de Justicia, el Doctor José María Velasco Guerrero, porque en esos días en los periódicos de circulación nacional, El Tiempo y El Espectador, salió la fotografía sobre los escombros dejados por este Holocausto del Palacio de Justicia y entre los escritorios, archivadores y maquinas calcinadas, estaba la placa que lo identificaba al jurista nariñense.

Velasco Guerrero había realizado sus estudios de primaria y bachillerato en el Colegio la Inmaculada de los Hermanos Maristas en Pasto. Se graduó con tesis laureada en Derecho y Ciencias Sociales en la Universidad Nacional de Colombia.

Entre los años de 1956 a 1957 fue Gobernador de Nariño, en el Gobierno del General Gustavo Rojas Pinilla. Años más tarde fue Senador de la República en representación del partido conservador y fue miembro de la Constitución Nacional que reformó la de 1886 de Rafael Nuñez, con la lista de la Alianza Democrática M-19.

Fue el Defensor de Alvaro Fayad en el Concejo de Guerra del Siglo que juzgó a los miembros del Movimiento M-19, en donde esgrimió su férrea defensa por los Derechos Humanos en Colombia. Falleció en la ciudad de Pasto, el 2 de abril del año 2000. 

Hoy, los colombianos recordamos una de las páginas más dolorosas que ha vivido el país, en toda su historia. Elevamos una oración por el eterno descanso de sus almas y hacemos llegar a sus viudas, a sus hijos huérfanos nuestro mensaje de paz y que Dios les otorgue la resignación por la pérdida de sus seres queridos.

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