Mauricio Chaves Bustos
Bay. Florida, Estados Unidos. – Año 3 – Edición 45. Enero 15 a Febrero 15 de
2007.
pueblo singular en sus costumbres, como singular es su geografía: montañas
escarpadas, de más de cuatro mil metros, que alcanzan las nieves perpetuas,
extensas altiplanicies que se elevan a más de 2.500 m.s.n.m., fértiles y
enmarañadas selvas en donde confluyen la riqueza de la amazonia y la variedad
del pacífico.
En fin, es el departamento de Nariño, aquella tierra en donde el
verde es de todos los colores, como bien lo vislumbró el poeta de todos los
tiempos: Aurelio Arturo. Su capital es San Juan de Pasto, fundada en 1537 por
los conquistadores españoles que llegaban de Quito por el Sur y de Bogotá por
el norte; ciudad andina, fría, guardiana de su fe altamente representada en sus
templos que resguarda la memoria de la arquitectura colonial y republicana. Más
al sur, Ipiales, fundada por los españoles en 1538, se constituye actualmente
en la puerta de entrada al país de los miles de turistas que transitan por el
callejón andino, es la guardiana del bello templo de estilo gótico románico en
donde se venera la imagen de la Virgen de las Lajas, resguardada en una ermita
que ha sido denominada un milagro de Dios en el abismo, por su posición
enclavada en el cañón del río Guáitara. Al extremo occidente, y bañada por el
mar Pacífico, Tumaco, ciudad enclave en el intercambio cultural milenario
existente entre las culturas precolombinas centroamericanas y las andinas más
importantes. Y así muchos otros bellos pueblos que conforman el espíritu
nariñense.
negra y blanca, de ahí deviene la singularidad en sus tradiciones: lo místico,
lo libertario y el pundonor se concretizan en los habitantes de estas tierras.
De esa variedad de colores en la piel, de esa variedad de sentimientos por los
significados del mundo, surge el Carnaval andino de negros y blancos que se
celebra en todo la región, incluidas poblaciones de la hermana república del
Ecuador, así como de los departamentos circunvecinos del Putumayo y Cauca. Al
inicio de cada año las ciudades y poblados abandonan por unos días las labores
agrícolas, pecuarias o industriales, para festejar la alegría de la vida, para
agradecer de manera casi mística la fertilidad de la tierra y para pedir
bendiciones para todos los hogares.
Reyes Magos los españoles daban un día de asueto a los esclavos negros y a los
siervos indígenas, permitiéndoles disfrazarse de sus amos, obsequiándoles con
viandas y vinos en abundancia, en tanto que éstos tomaban por un día el papel
de sus sirvientes; surge así un gesto único en la América colonial, ignoraban
los españoles que así, con el entrecruzamiento de diferentes manifestaciones
culturales, se iba gestando la singularidad de todo un pueblo, en el ejercicio
del desdoblamiento de personalidades y caracteres. El carnaval es el lugar de
la máscara, para mostrar públicamente lo que no se es o lo que se quiere ser,
así el 5 de enero el blanco se muestra negro y el 6 de enero el negro se
muestra blanco. En carnavales no hay diferencias de ninguna especie, la
inocencia pareciera tomarse todos los lugares, no hay violencia, se olvidan las
disputas y todo se vuelve jolgorio.
consolidado a través de los siglos como uno de los más auténticos del mundo
hispánico y americano, y en el siglo XXI subsiste la fiesta donde todo es color
y algarabía. Por las calles de las ciudades y pueblos se escucha el bullicio
alegre y dicharachero de las murgas, grupos de amigos y de familias que se
disfrazan para la ocasión, acompañados por de instrumentos de cuerda y
percusión; desde los balcones de las casas coloniales, se lanzan espumillas,
serpentinas y confetis de todos los colores; el día de negros, se untan las
manos con tintillas negras y se pide amablemente a los turistas una pintica, es
decir dejarse pintar una línea negra en la mejilla, hasta terminar el rostro
totalmente cubierto de color negro; el día 6, se lanzan talcos perfumados y
diferentes harinas, así toda la ciudad queda cubierta con un albo velo, testigo
del festín de sus vecinos y visitantes.
de las carrozas, finas elaboraciones de figuras de todas las especies
manufacturadas en papel maché: ángeles y demonios, los dioses raizales y los
dioses greco-romanos; Quijotes y Sanchos acompañados por los personajes típicos
de la región; los poetas, los músicos, los artistas, todos, todos son
representados en estas majestuosas figuras. Cada año se declara la mejor
carroza del carnaval, motivo por el cual familias enteras se dedican a
elaborar, casi terminado el carnaval, el motivo del año siguiente. En las
carrozas, el nariñense hace gala de su vena artística y de su gusto estético,
es un homenaje con el objeto a esa bella tierra que se ama y se añora.
musicales, plásticas, literarias, manifiestan un regocijo colectivo, en un
bello espacio geográfico donde se reviven los más importantes gestos de
admiración por el universo. El carnaval andino de negros y blancos, espera a
todos los amigos de la fiesta, del carnaval, de la cultura andina, en Nariño,
todos encontraremos un pedazo de esta Latinoamérica que tanto amamos.
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