Por Fabio Arévalo Rosero MD*
@fabioarevalo
El Día Mundial de la lucha contra el Cáncer es una de las efemérides que como tantas se ha vuelto paisaje. La mayoría de la gente se entera y mira las campañas como cualquier inocua publicidad. Ni qué decir de las instituciones responsables (de salud y afines) que muy cumplidas despliegan fastuosas actividades propagandísticas nada atractivas, con resultados precarios y poco efectivos. Eso sí con «descrestadores» informes en powerpoint (para justificar jugosas inversiones de escasa utilidad) aunque en la realidad no se evidencie un serio compromiso. El campo de la prevención gana poco espacio entre la comunidad, con enorme riesgo de incremento de enfermedades crónicas y catastróficas.
Allí están las cifras de mortalidad encabezadas por patologías prevenibles como problemas cardiovasculares (riesgo de infarto) y metabólicos (diabetes, obesidad), además del hoy alto riesgo de padecer cáncer en cualquier ser humano. Es lamentable que la incidencia de tumores malignos esté creciendo y afectando a la población en general. Parece estamos obligados (o condenados) a esperar que en cualquier momento sin distinción alguna nos afecte algún tipo de cáncer. Es inevitable que tarde o temprano nos veamos acorralados por este mal casi intratable y que nos condenaría a una muerte precoz.
Se hace necesario transformar a la población en su criterio de autoprotección ante tan comunes agentes de riesgo. Ello sólo es posible si se generan unas condiciones persuasivas a partir de un liderazgo extraordinario basado en la coherencia, el ejemplo, la confianza, el compromiso total y la generosidad con una alta inversión constructiva. Pero la mayoría de EPS en Colombia no tienen proyectos científicos capaces de generar poderosos cambios en el comportamiento humano. Solo lugares comunes con antipáticos formatos demasiado improductivos, casi nada innovadores y menos ingeniosos.
El panorama en la estrategia preventiva no es nada satisfactorio. El sobrepeso ronda al menos a un 50 por ciento de la población y la obesidad casi a un tercio. El sedentarismo campea en la mayoría (más del 60 por ciento) con tendencia al incremento. Los malos hábitos alimenticios se agudizan y la exposición a riesgos (tabaco, alcohol, drogas, medio ambiente contaminado, etc.) es muy alta. Allí está la nuez del asunto de buena parte de las desgracias en salud de los colombianos.
Por lo tanto es oportuno recordar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) destaca un total de al menos 19 agentes, en forma de lo que denomina «mezclas» que pueden inducir alto riesgo de cáncer. Encabezan esta lista algo tan común como las carnes procesadas y las bebidas alcohólicas en cualquier presentación, lo cual debe alertarnos seriamente. También se enlistan otras mixturas poco comunes o inexistentes en nuestro medio. Sobre esto es perentorio actuar, tomar medidas a tiempo o al menos tenerlas presente; veamos:
Carnes procesadas (y ultraprocesadas): han sido las últimas en entrar en la lista, por los aditivos que contienen. El jamón, las salchichas, los salchichones, chorizos, mortadelas o la tocineta son algunas de estas carnes. Su consumo frecuente está asociado a cáncer colorrectal.
Bebidas alcohólicas: el consumo de licor crónico (en cualquier cantidad) está vinculado al cáncer de mama, colorrectal, de laringe, hígado, esófago, calidad bucal y faringe, y es causa muy «probable» de cáncer de páncreas, según la IARC (Agencia Internacional de Investigación en Cáncer).
Arsénico en agua potable: este producto químico, altamente tóxico, puede encontrarse en el agua potable, sobre todo en las aguas subterráneas. Produce cáncer de piel y está vinculado al cáncer de hígado, pulmón, riñón y vejiga.
Humo de diésel: hay más de 30 componentes del humo de los motores diésel que producen cáncer de pulmón, de acuerdo con la OMS.
Emisiones domésticas de carbón: están directamente vinculadas al cáncer de pulmón y las respiramos prácticamente a diario.
Petróleos de esquito: pueden liberar sustancias tóxicas, relacionadas con diferentes tipos de cáncer.
Medicamentos con fenacetina, fármaco analgésico (profármaco del acetaminofén): se usaba para curar la fiebre, aunque están prohibidos en algunos países como Colombia. Es una sustancia cuyo uso crónico ha sido catalogado en el grupo 2A de la IARC como probablemente carcinógeno en humanos. La OMS los relaciona con cáncer renal y pélvico.
Pescado salado al estilo chino: las dietas altas en este tipo de pescado aumentan el riesgo de cáncer de nasofaringe. Son alimentos muy altos en nitratos, que pueden dañar nuestro ADN.
Nuez de areca: este estimulante, común en gran parte de Asia y Oceanía, produce cáncer de boca y esófago.
También integran esta lista los alquitranes de hulla y de carbón, los aceites minerales (no tratados o tratados liheramente), el ácido aristolóquico (utilizado en la medicina china tradicional), los binéfilos policlorados, el betel quid (planta asiática estimulante), el polvo de madera y el hollín.
Pero así mismo no podemos dejar por fuera:
Uso del tabaco, ya sea fumado o mascado, está científicamente comprobado que el tabaco produce cáncer. Y no sólo de pulmón sino también bucal, en órganos digestivos y en otros órganos respiratorios y genitales. El riesgo de cáncer de pulmón de un no fumador puede aumentar hasta cuatro veces más al respirar el humo de los fumadores -pasando a ser un fumador pasivo.
Lámparas y camas solares: las camas de bronceado emiten radiaciones ultravioletas nos exponen directamente al cáncer de piel. La OMS desaconsejó su uso en marzo de 2015 y advirtió que «cada año se producen en el mundo 132.000 casos de melanoma maligno (el cáncer de piel más dañino que existe) y mueren unas 66.000 personas a causa de éste y otros tipos de cáncer de piel».
Existen otros agentes y factores más específicos (otros no tanto) que inciden en la aparición de tumores malignos. Para nada debe despreciarse la obesidad y el sobrepeso, que crean un campo fértil para esta y muchas patologías más.
Pero para tener algo de efecto en la educación de la población, las instituciones de salud, deben reestructurarse totalmente de adentro hacia afuera. Es indispensable que se integren por personas activas y saludables, que sean modelos de mostrar, verdaderos referentes, arquetipos con argumentos y autoridad para persuadir y transformar a sus pacientes. Personas modelo, capaces de promover y hacer gente saludable, genuinos apóstoles de la salud. De lo contrario estamos abandonados a nuestra suerte, a seguir “jugando” la lotería del cáncer.
FUENTES: Organización Mundial de la Salud (OMS)International Agency for Research on Cancer (IARC)
* Fabio Arévalo Rosero. MD Médico cirujano (Unicauca), bioquímico (Udenar – CSIC España), escritor, consultor urbano, educador ciudadano, divulgador científico, diseñador de ciudades saludables, investigador en áreas de salud pública, urbanismo y desarrollo humano sostenible. Bloguero y columnista en varios medios. Candidato a Premio Nacional de Paz, Colombia 2012, galardonado con el Felow en urbanismo, París 2005. Campeón del mundo atletismo en los World MEDIGAMES.
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