Por Luis Maya Vinueza
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Hace poco leía en El País de España una columna de Martín Caparrós: “… es duro aceptarlo y antipático decirlo: la gran mayoría de las personas hacemos lo que hacemos módicamente mal.” Es así. A través de mi lánguida vida laboral (que apenas roza los 10 años), he subido la escalera organizacional solo para darme cuenta de que aquellas personas que admiraba y a las cuales aspiraba ser, no eran sino mediocres confiados. Los ejemplos son infinitos, pero quiero hablar del más reciente porque atañe a Sandoná. El 18 de diciembre de 2024, la revista Semana publica un artículo titulado: “Las mejores razones para visitar Sandoná, en Nariño; el llamado ‘pueblo de las artesanías’”; que se esconde tras un autor ignoto: Redacción Turismo.
El patriotismo rápido se deshincha en las primeras líneas cuando se lee: “muchas construcciones de tipo colonial, con calles empedradas, casas de adobe y balcones de madera” que denota que algo no anda bien (a no ser que la casa de las Carmelitas aplique como casa colonial; y que los adoquines, que se niegan a morir en el centro del pueblo, sean consideradas una nueva especie de roca). Dudas que se confirman cuando la iglesia Nuestra Señora del Rosario cambia de apellido, al parecer por las festividades decembrinas, a Nuestra Señora de la Natividad. El artículo se desborda entre datos que rayan el ridículo: iglesias nuevas, tumbas de fundadores sin nombre, museos desconocidos, potreros convertidos en parques naturales y cascadas inefables; datos que, por fortuna, solo pueden ser detectados por aquellos que nacimos en esta tierra.
El artículo es un ejemplo fácil del uso de la inteligencia artificial. Una herramienta no solo novedosa por lo que ya hace, sino por el ritmo acelerado en que nos muestra aquello que será capaz de hacer (más temprano que tarde). Su uso se ha desvirtuado cada vez más con el paso de los días por estudiantes, profesores, científicos, artistas, ingenieros, escritores y, claro está, por periodistas. En el afán de este nuevo mundo, donde pronto se olvidó cuando Gabriel García Márquez declaró que “La mejor noticia no es siempre la que se da primero sino muchas veces la que se da mejor”, la IA ha sido la herramienta fundamental para saciar esa sed de saberlo todo pronto, sin importar su fondo, es decir: para alimentar nuestra mediocridad.
Esta historia pasará rápido, a la misma velocidad que se comparte y se olvida un meme o un tik tok, tal vez, solo con una declaración superflua de que algo está mal, pero que no vale la pena recavar en ello. Al final, no hay mala publicidad.