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El show de la justicia

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Endulzando las palabras
Por Iván Antonio Jurado Cortés
iajurado@yahoo.com
La expectativa nacional siempre fue rodeada de
la más natural duda al momento de hablar de las aprehensiones de políticos
investigados por la yidispolítica y chuzadas, hecho que no ha sido distinto a
la simple realidad de un país que se sume en una lúgubre incertidumbre
burocrática. Con los últimos acontecimientos se concluye la debilidad estatal
al momento de tomar determinaciones ejemplares contra funcionarios y servidores
públicos que actúan en contra de la reglamentación estatal
, torturando la
esperanza de millones de connacionales soñadores de una mejor nación.

Hace unos días la noticia relacionada con la
condena de dos exministros y un exsecretario de la presidencia para el entonces
gobierno de Álvaro Uribe Vélez, dejo entrever la flaqueza en el poder judicial,
más cuando estos sindicados fueron determinantes para cambiar negativamente el
destino político de la patria
. Diego Palacio y Sabas Pretelt, finalmente
quedaron condenados a meros 80 meses, mientras que Alberto Velásquez, a 60
meses, tiempos ridículos comparados con la proporción de los delitos.
Lo preocupante no son las penas bajas, sino
los descuentos por estudio y buen comportamiento, que terminarían pagando
cuatro y dos años respectivamente, catapultando la fragilidad judicial,
contribuyendo enormemente a la incredibilidad popular
. Y como si esto fuera
poco, el cuadro fantasioso se perfecciona con el vulgar castigo a María del
Pilar Hurtado y Bernardo Moreno, por el caso de las famosas chuzadas. A este
último, dizque la casa por cárcel; de verdad que es un show la justicia
colombiana.
A la hora del té, todos estos reos no son más
que unos malhechores de la sociedad, cuya consecuencia de sus acciones no tiene
límites, debido que han cambiado la dirección del país. La reelección
presidencial facilitó el engrandecimiento de los poderes conservadores
,
blindándose perfectamente en la conquista y sometimiento de una masa adormecida
bajo el hipnotismo neoliberal.
Con los recientes acontecimientos, Colombia
queda mal posicionada en la órbita internacional, agudizando la estigmatización
de ser una región insegura en cuanto a la aplicación de justicia
. Si a esto le
sumamos los escándalos por corrupción y abuso de poder de las altas cortes,
francamente se connota una imagen desalentadora, reflejándose en percepción
negativa para la visión extranjera.
Pero en medio de semejante show, un personaje
pasa de agache, lavándose las manos como ‘Poncio Pilatos’, y con postura
redentora, permea la sensibilidad de la insensatez humana
. No se puede tapar el
sol con una mano, es lógico que detrás de estos delincuentes les asistía otro
pícaro, interesado en acorazar su propio ego de poder y ambición gubernamental.
Con esto se ratifica que para muchos políticos
colombianos el fin si justifica los medios
; quedando contundentemente
demostrado el maquiavélico pensamiento de un ser que se autoproclama el
defensor y la solución de la necesidad popular.
Y como vivimos de murga en murga, no falta el
oportunista, irresponsable y sinvergüenza que atenta contra la inocencia e
ignorancia de gente humilde, que
adolorida por su propia desgracia, aclama sin consuelo la transformación de un
mejor vividero. Estos espejismos caudillistas aprovechan la nobleza de
compatriotas que en medio de la desesperanza
, desbordan de resentimiento y
cólera en contra de un régimen disfrazado de bondadoso.
No podemos equivocarnos cuando acentuamos en
expresar que existen diferencias administrativas y/o gubernamentales en este
país; simplemente son estratégicas jugadas disfrazadas de colores camaleónicos,
atenuantes de la necesidad del pueblo. Ningún racional puede oponerse a una
intención o acción que vayan en pro de la seguridad individual o colectiva
, es
obvio que en estos casos los esfuerzos son aunados para lograr dicho propósito.
El Estado está en la obligación de prepararse
para una profunda reestructuración
, de lo contrario, cualquier intento de
pacificación nacional quedará susceptible, más cuando alrededor existen
presiones de inmenso poder económico y político que, a través de las
generaciones se han alimentado de la lamentación humana.
En este orden, el poder judicial tendría un
relevante papel en torno a la resolución de un anacrónico conflicto armado,
producto de la negligencia y egoísmo gubernamental de anteriores décadas
. La
justicia no puede continuar como un show farandulero, porque al final, será la
anarquía quien se imponga en este controvertido escenario.
Jueves, 30 de abril de 2015

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