Rincón consaqueño
Por José Rodrigo Rosero Tobar
roserotobarjoserodrigo@gmail.com
Busqué en los anaqueles perdidos de mi infancia, tratando de encontrar una lejana distancia, desembarqué en las horas hasta donde la memoria alcanza, de momentos incipientes y de marcadas añoranzas, cuando la duda era sombra y la inestabilidad sobraba, encontré ayuda pronta en mi madre a mis flanqueantes esperanzas, una figura dócil, una figura de fina estampa, que me lanzó a los senderos del destino con celo y desconfianza.
Vinieron aulas ligeras, amigos de edad temprana, personajes recordados que guiaron mi enseñanza, llegó luego mi juventud, plagada de ignorancia, de una demencia sutil y de noches alargadas, pero siempre estuvo ahí una figura dócil, una figura de fina estampa.
Cuanto se ha hablado de las madres? Para la mía no encuentro las palabras. Su enorme fortaleza contrasta con su figura dócil de fina estampa, su bondad incomparable marca diferencia extremada, su dedicación absoluta es transparente y diáfana; me ha guiado desde niño hasta mi edad lejana, cuantas veces he dicho mamá, dos sílabas entrelazadas, que describen lo inmenso de todo, pregonadas siempre como inefable alabanza.
Consacá, 06 de mayo de 2022
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