Por Sofonías Rodríguez Monezuma
Tras un largo y bendecido caminar, entrega su alma en las manos del Creador, la señora Laura Elisa Casanova de Saavedra, una mujer que creció en entre el verde y agradable sabor a campo, bajo los principios del respeto, la obediencia y fe en Dios, que sus mayores le inculcaron desde sus primeros años.
El Señor, en su infinita bondad, le concedió vivir 99 años. Desde niña aprendió el dispendioso oficio de tejer sombreros para ayudar de esa manera al presupuesto familiar, pero igualmente fiel a las labores de casa y tan ágil para realizar trabajos que la agricultura requería en ese entonces.
La Divina Providencia le permitió formar un hogar con Rafael Saavedra Rivera y sus hijos Elizabeth, Rafael, Mercedes, Álvaro, Aydeé, Antonio ( q.e.p.d), Margoth y Carol, que fueron el amor más grande de su vida y por quienes, en lucha constante, sacrificio y esfuerzo común logró que llegaran a hacer realidad sus sueños.
Hasta los últimos días de su existencia, ya en las puertas del siglo, Dios, en su generosidad sin límites, le permitió compartir con familiares y amigos, a plenitud y en óptimas condiciones de salud, inolvidables momentos que la vida depara.
Dios la ha llamado después de haber cumplido su misión como hija, esposa, madre, hermana, abuela, bisabuela, amiga y vecina. Gracias por todo, señora Laurita. Disfrute del reino de la felicidad eterna que el Señor le tiene preparado.
Hasta pronto querida suegra. Paz en su tumba.
Nuestras voces de pesar para sus hijos, familiares, amigos y vecinos.
Paz en la tumba de la señora Laura Casanova de Saavedra.