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Niñeragate

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Rayones
Por Jesús Martínez Betancourt
chumarte@gmail.com

El escándalo de palacio hay que leerlo más allá de un chumado vociferante, en el contexto de una cultura mafiosa, del atajo, del abuso de poder, la contratocracia, todas hijas de la plutocracia y, ésta a su vez, de las distorsiones que tiene la política desde que la impusieron los españoles presidiarios que acompañaron a Colón trayéndonos la aculturación, los juegos, en suma la cultura del dinero fácil y hasta la sífilis. Pues, a diferencia de los calvinistas ingleses que llegaron a Norteamérica a construir el paraíso terrenal, los españoles vinieron en busca de El Dorado. El Galeón San José, aun sin recuperar, es la mejor muestra del pillaje español que se enraizó en nuestra cultura; ahí sirve aplicar a nuestros antepasados la sentencia de Rousseau, cuando decía que el hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe.

Desde ahí nuestra historia ha sido de permanentes guerras explicadas por el pillaje de los españoles, los criollos acomodados, los latifundistas, mercaderes, narcotraficantes, gobernantes inescrupulosos que han abusado de los dineros públicos y, en fin, los ricos que, para acrecentar fortuna, son capaces de correr
hasta el velo sagrado de la familia, como lo advirtiera Marx.

El conflicto no es contra la niñera, sino contra un modelo pecaminoso de sociedad que se resiste a cambiar; es contra el silencio cómplice de las mayorías que se acostumbraron a la guerra y a la corrupción en la que se sustenta.

Mientras no se supere esta cultura mafiosa, rentística y señorial, vendrán más escándalos, porque la corrupción ha permeado casi todas las capas de la sociedad, incluida la izquierda por acción o por omisión, más ahora que está en el gobierno y tiene la obligación moral de demostrar que su propuesta es de cambio de verdad.

Por su parte, la prensa debe ayudar a crear opinión para preservar la ética pública; Dante advertía que ‘El más oscuro rincón del infierno está reservado para aquellos que conservan su neutralidad en tiempos de crisis moral’.

Los jefes del Pacto Histórico deben dejar de interferir la comunicación entre el presidente, sus bases electorales y la realidad; deben asumir la crítica como un aprendizaje, construir escuelas de pensamiento y por ahora, ejecutar una estrategia comunicacional que ayude a crear nuevas ciudadanías. Otro mundo es posible.

Post Scriptum: Dos etapas de la modernización del país: la del comercio y el transporte por el río Magdalena, los ferrocarriles y la colonización cafetera sustentada en el trabajo, y la otra sustentada en la producción de marihuana y la cocaína.

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