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Realidad de la educación y del educador colombiano

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Por Pablo Emilio Obando Acosta
peobando@gmail.com
“El problema es el siguiente: se enseña sin
asegurarse de que se entienda lo aprendido. La diferencia entre saber y
entender es monstruosa. Es la diferencia entre el “idiot savant” y el hombre de
genio. Para que surja la pedagogía del “entender” se requiere que a los
estudiantes no sólo se les haga hincapié en la memorización, sino que se les dé
el marco necesario para que lo memorizado tenga una localización en un “árbol
mental” que reúna e integre el conocimiento
. Que se le cree al estudiante una
mente globalizada, una “cosmología general” que le permita utilizar su
conocimiento”. Informe de la Misión de los Sabios.

Hace dos décadas se convocó a un grupo de
sabios colombianos para que diagnostiquen, analicen, proyecten y sugieran
cambios educativos en Colombia. A esa cita acudieron personajes de talla
universal como el escritor y periodista Gabriel García Márquez, el
neurocientifico Rodolfo Llinas, el investigador Carlos Eduardo Vasco, el
historiador Marcos Palacios, la microbióloga Ángela Restrepo, el investigador y
científico Manuel Elkin Patarroyo y el físico Eduardo posada entre otros. Fue
así como “El 21 de julio de 1994, diez de las mentes más brillantes del país le
entregaron al presidente César Gaviria un documento con el que buscaban hacer
historia: el ‘Informe Conjunto’ de la denominada Misión de Sabios, que diez
meses atrás el mismo jefe de Estado había reunido con el fin de revolucionar la
educación y así impulsar el desarrollo del país”. Decepcionados, humillados y
abatidos por la “politicracia” de nuestro país nuestros sabios confiesan
después de dos décadas que “Si tuviéramos que volver a reunirnos,
presentaríamos el mismo informe”, pues nada se hizo, sus recomendaciones
pasaron inadvertidas y todo siguió como siempre, es decir, mal, con tendencia a
empeorar, como diría Murphy
. Ninguno de ellos ha ocupado la cartera del
Ministerio de Educación y, en cambio, se delega esta gran responsabilidad a
personajes como Gina Parody que podrá entender de otras cosas, menos de
educación.  
A la sociedad colombiana le faltó valor y
coraje para llevar a la práctica las recomendaciones de los sabios; a los
políticos, como siempre, les falló su inteligencia; a las entidades,
empresarios y organizaciones les ocurrió lo mismo: falta de compromiso. En
consecuencia la educación se fue al traste, retrocedimos en aspectos tan
importantes como cobertura dándonos la falsa idea que hacinar cuarenta o
cincuenta niños en un aula estrecha y pestilente era brindar calidad
. Los
recursos educativos no llegaron por cuanto el boom petrolero del que se hablaba
fue una simple bomba publicitaria,  los
políticos continuaron manejando a su antojo las secretarias de educación sin
que jamás se hable de aspectos tan esenciales como currículos pertinentes y
regionales, necesidad de apropiarnos de un modelo educativo acorde a nuestros
días y requerimientos y dejar atrás programas asistenciales como “computadores
para educar” que llenó las escuelas de computadores con tecnología barata y
rezagada. Simple caridad que perpetuó la miseria de educación que tenemos (y
que, creo, merecemos).
Los niños y adolescentes se convirtieron en
víctimas de un sistema educativo que utiliza a los maestros para someterlos a
dictámenes internacionales laborales y estándares de producción
. Hacinamiento,
rigidez emocional y cognitiva se convirtieron en herramientas válidas para una
sociedad que no valora en conjunto la importancia de la educación. Centros o
instituciones destruidas o deterioradas, mobiliarios obsoletos y anticuados,
maestros cansados y estresados dieron como resultado una generación más de
colombianos poco proclives a la creatividad y al cambio.
Los educadores hicieron lo que pudieron y aún
lo continúan haciendo. La escasa
destinación presupuestal –muy a pesar de los cacareados 29 billones- no es
suficiente para pensar en cambios significativos y alentadores
. Por su parte
los municipios destinan presupuestos irrisorios para el sector educativo –el
mío, por ejemplo, destina apenas el 0.63%-. Una tarea de los educadores debe
ser averiguar cuál es el presupuesto de su municipio y obligar a cambiar esa
realidad mediante denuncias públicas y acciones jurídicas que busquen proteger
los derechos de los niños. Y, contrario a la recomendación de los sabios, que
ligaba las mejoras salariales de los docentes a la calidad educativa, se crea
un régimen para educadores que termina de hundir la poca dignidad que les
quedaba, no otra cosa es el 1278 que desestimula la actividad docente en
Colombia, legaliza la tercerización y condena al maestro a un salario pírrico e
irrisorio.
Y no es con funcionarios como Gina Parody que
cambiará la educación en Colombia. Con el respeto que me merece, es una
ignorante en materia educativa, diría yo una analfabeta funcional que no conoce
la realidad de la educación y de los educadores colombianos.  No sabe de currículos, de áreas o asignaturas,
de promedios, de modelos educativos, de estándares o competencias, de dignidad
o valor agregado en la labor docente. Personajes como ella nos hacen creer que
la educación en Colombia seguirá postrada por muchas décadas más, consecuente
únicamente con modelos de mercado internacional o con políticas neoliberales
que alejan al hombre de su condición humana. Se requieren un sabio, un ser
sensible y valeroso que rija los destinos educativos en nuestro país, ahí está,
por ejemplo, Rodolfo Llinas
. Los educadores enarbolamos esta bandera para que la
profesión docente se dignifique y se recupere una de las carteras ministeriales
más manoseadas por los políticos.
Mientras tanto, que siga el paro y la protesta
de los maestros colombianos. Que si bien
reclaman un salario justo y digno, también empuñan la bandera de la reivindicación social en la defensa
de  mejores condiciones educativas para
los niños y adolescentes. La ministra Parody está perdida, extraviada,
desorientada en materia educativa.  Para
el post-acuerdo la educación de calidad es esencial. Está naciendo un nuevo colombiano y se hace
necesario un nuevo ropaje, hecho a su medida y a sus necesidades.  La educación es ese camino…
Adenda: No se requieren más diagnósticos,
retomen el documento de los sabios
. Convoquemos una vez más a quienes aún viven
y revivan ese cadáver que aun respira y nos mira de soslayo para vergüenza de
los colombianos.
Que la Federación Colombiana de Educadores
–FECODE- y sus filiales reediten el informe de los sabios
y convoque a los
sabios que aún sobreviven en el ostracismo, el destierro y la miseria.
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