Este sábado 25 de junio se cumplieron 41 años del viaje a la eternidad de mi madre Luz María Cajigas Fajardo, luego de sufrir durante 10 meses las consecuencias de un derrame cerebral, como se llamaba en ese tiempo.
Falleció un jueves en la noche, cuando yo hacía el recorrido entre Pasto y la vereda Alto Ingenio, municipio de Sandoná, acompañado de Alejandro Maya y sus hijos Carlos y Chepe en un campero, luego de conocer sobre la gravedad de su estado de salud.
Se fue en las vísperas de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, patrono de las familias del corregimiento del Ingenio. En aquella época era fiesta “de guarda” en el calendario colombiano. Todavía no se trasladaba al día lunes, como en la actualidad.
La velamos ese viernes en la casa, donde nacimos los ocho hermanos, con la compañía de mi padre Félix, de familiares, vecinos y amigos. Recuerdo al primo Gabriel Vallejo, quien residía en Mocoa, Putumayo, quien, al enterarse de la muerte de su tía, alistó una pequeña maleta y en su moto Kawasaki “cabra” llegó a acompañarnos.
El sábado le dimos cristiana sepultura en el cementerio del Ingenio. En una de sus tumbas está su nombre Luz María Cajigas de Córdoba. 25 de junio de 1981.
Hoy la recuerdo en sus días felices, como cuando estuvo en la celebración del día de la madre en el mes de mayo de 1972, en la escuela “de niños” de El Ingenio, hoy Institución Educativa Sagrado Corazón de Jesús, y su rostro reflejó la alegría cuando los estudiantes de quinto cantamos “A la sombra de mamá” de Leo Dan.
También la miré muy feliz el día de mi grado de bachiller del Colegio San Felipe Neri de Pasto, en el Teatro Filipense, el 17 de junio de 1978.
Ella había hecho todo lo posible para que me dedicara a estudiar, incluso en contra de los consejos de sus familiares cercanos. Consiguió que cursara el cuarto de primaria en la escuela de la vereda Alto Ingenio y luego se dedicó a conseguirme la estadía en diferentes hogares, empezando por mi hermano Hernando en El Ingenio, luego en Sandoná desde el primero al tercero de bachillerato y finalmente en Pasto en la casa de Alejandro Maya y su esposa Francisca Vallejo.
Desde el cielo me acompañó el día de mi grado de ingeniero civil en la Universidad del Cauca, el 3 de febrero de 1984 y en su rostro se dibujó una sonrisa de satisfacción, porque su esfuerzo no fue en vano.
Gracias mamita por su sabio consejo: “Recuerde mijo que usted es inteligente”, que viene a mi mente en todo momento, principalmente en las dificultades.