Columna DESDE NOD
Por Alejandro García Gómez
pakahuay@gmail.com
Hernan Peláez es un periodista que ni escribe
libros ni dicta conferencia ni clases sobre independencia y ética
periodísticas. Ambas las practica sin ruidos en su diario trajinar. Comenzó en
el medio deportivo, en donde pareciera que la ruindad para destruir al caído o
al que no se deja manosear o para ensalzar al poderoso que te da la coima, es
la moneda corriente de muchos, quizá de la mayoría. Lenguas deslenguadas que se
rasgan las farisaicas vestiduras ante los hechos que siembran con su violenta
palabra.
Claro que ese es el periodismo del nuevo “opio del pueblo” y así hay
que hacerlo, dirán algunos. Pero sigamos con “El doctor” Peláez, a quien los
azares de la vida le cambiaron las pipetas, probetas y balones de laboratorio
de la ingeniería química por los del fútbol sin untarlo de ruindad. A este
periodista íntegro, con quien varias veces no estoy de acuerdo en su estelar La
luciérnaga, lo escogió un poderoso grupo económico para coordinar el inicio de
una campaña a nivel nacional que acaba de pasar sin pena ni gloria ni
vergüenzas por parte de quienes la propiciaron. ¿Cómo convencieron a Peláez?
libros ni dicta conferencia ni clases sobre independencia y ética
periodísticas. Ambas las practica sin ruidos en su diario trajinar. Comenzó en
el medio deportivo, en donde pareciera que la ruindad para destruir al caído o
al que no se deja manosear o para ensalzar al poderoso que te da la coima, es
la moneda corriente de muchos, quizá de la mayoría. Lenguas deslenguadas que se
rasgan las farisaicas vestiduras ante los hechos que siembran con su violenta
palabra.
Claro que ese es el periodismo del nuevo “opio del pueblo” y así hay
que hacerlo, dirán algunos. Pero sigamos con “El doctor” Peláez, a quien los
azares de la vida le cambiaron las pipetas, probetas y balones de laboratorio
de la ingeniería química por los del fútbol sin untarlo de ruindad. A este
periodista íntegro, con quien varias veces no estoy de acuerdo en su estelar La
luciérnaga, lo escogió un poderoso grupo económico para coordinar el inicio de
una campaña a nivel nacional que acaba de pasar sin pena ni gloria ni
vergüenzas por parte de quienes la propiciaron. ¿Cómo convencieron a Peláez?
Suenan bombos y platillos en la prensa
nacional. Se invita a todos los colombianos para el gran día: ¿usted es capaz?
Se escoge la fecha; la hora del día de la semana de mayor audiencia. Peláez
tiene la casi imposible tarea de coordinar los egos de los Morales, de los
Arizmendis, de las Calderones, de las Dávilas, de los Cristos y de otros con
nombres propios, ninguno de los cuales alcanzo a nombrar completamente porque
–aunque lo intenté- esos egos sobrepasaron el espacio periodístico que se me
concede para esta columna. El día señalado llega. Truenan truenos. Los montes
colombianos se retuercen y mugen. Siete en punto de la mañana del día tal…
Peláez, con la inteligente sencillez que se le conoce, comienza el programa y
cada gran ego comienza a hablar. Lo digo porque es su voz la que pareciera
escucharse. No la de los dueños de las cadenas. No la de los dueños de la
producción industrial. No la de los dueños de la producción agropecuaria. No la
de los dueños de las cadenas comerciantes. No la de los dueños de la política
que “prestan su servicio a la patria”. No la de los dueños de las ganancias de
los bancos y las finanzas nacionales ni la de otros grandes dueños que ponen su
granito de arena para que este país se mueva cada día gracias a sus sacrificios
y no al trabajo de miles y millones de colombianos de clases media y populares
que madrugan a empujarse, a “sobarse”, a emputarse, en los buses o en los
transmilenios o en el metro o en sus motocicletas o en sus carros populares.
Estos madrugan, se empujan, se suben, se soban, se emputan pero no se
sacrifican. Son ellos quienes sí lo hacen. Sólo Ellos.
nacional. Se invita a todos los colombianos para el gran día: ¿usted es capaz?
Se escoge la fecha; la hora del día de la semana de mayor audiencia. Peláez
tiene la casi imposible tarea de coordinar los egos de los Morales, de los
Arizmendis, de las Calderones, de las Dávilas, de los Cristos y de otros con
nombres propios, ninguno de los cuales alcanzo a nombrar completamente porque
–aunque lo intenté- esos egos sobrepasaron el espacio periodístico que se me
concede para esta columna. El día señalado llega. Truenan truenos. Los montes
colombianos se retuercen y mugen. Siete en punto de la mañana del día tal…
Peláez, con la inteligente sencillez que se le conoce, comienza el programa y
cada gran ego comienza a hablar. Lo digo porque es su voz la que pareciera
escucharse. No la de los dueños de las cadenas. No la de los dueños de la
producción industrial. No la de los dueños de la producción agropecuaria. No la
de los dueños de las cadenas comerciantes. No la de los dueños de la política
que “prestan su servicio a la patria”. No la de los dueños de las ganancias de
los bancos y las finanzas nacionales ni la de otros grandes dueños que ponen su
granito de arena para que este país se mueva cada día gracias a sus sacrificios
y no al trabajo de miles y millones de colombianos de clases media y populares
que madrugan a empujarse, a “sobarse”, a emputarse, en los buses o en los
transmilenios o en el metro o en sus motocicletas o en sus carros populares.
Estos madrugan, se empujan, se suben, se soban, se emputan pero no se
sacrifican. Son ellos quienes sí lo hacen. Sólo Ellos.
Caída la tarde se hace el balance. Se
necesitan billones para reponer no sólo la “mermelada” rapada. También para el
diario caminar de gastos del país. Otros más para enderezarlo y volverlo más
justo. Y hasta para que produzca más. Pero muchísimos más para lo esperado por
ellos y nosotros: el posconflicto del Proceso de Paz. Se necesita un impuesto a
la riqueza que procure un mayor equilibrio. Cuando el día del Parto de los
montes del “Yo soy capaz” aún no termina, comienza la bramadera de ellos.
¿Impuesto a la riqueza? No se la puede ni se la debe tocar. Jua. Dios la concedió
y es intocable. A otro perro con ese hueso. Jua. ¿Qué sacrifiquemos ganancias
para generar más bienestar en los necesitados? ¡Qué discurso es ese!…
¡Terroristas!… ¡Nooo y no!… ¿Inventamos otra frasecita simple y otra
campañita para que la paguen los que madrugan todos los días a empujarse, a
sobarse y a emputarse en los buses, en los transmilenios, en las motos y etc.?
Como es seguro que este Peláez no se va a dejar dos veces, ¿dónde nos
conseguimos otro? Porque de los egos no nos preocupemos. Los hay cada vez más.
Jua. ¿Nos preocupamos de los colombianos? ¿Se dejarán dos veces? Claro que sí:
miles de veces. Llevan (llevamos) doscientos años de miles de veces. Jua, jua.
16.X.14
necesitan billones para reponer no sólo la “mermelada” rapada. También para el
diario caminar de gastos del país. Otros más para enderezarlo y volverlo más
justo. Y hasta para que produzca más. Pero muchísimos más para lo esperado por
ellos y nosotros: el posconflicto del Proceso de Paz. Se necesita un impuesto a
la riqueza que procure un mayor equilibrio. Cuando el día del Parto de los
montes del “Yo soy capaz” aún no termina, comienza la bramadera de ellos.
¿Impuesto a la riqueza? No se la puede ni se la debe tocar. Jua. Dios la concedió
y es intocable. A otro perro con ese hueso. Jua. ¿Qué sacrifiquemos ganancias
para generar más bienestar en los necesitados? ¡Qué discurso es ese!…
¡Terroristas!… ¡Nooo y no!… ¿Inventamos otra frasecita simple y otra
campañita para que la paguen los que madrugan todos los días a empujarse, a
sobarse y a emputarse en los buses, en los transmilenios, en las motos y etc.?
Como es seguro que este Peláez no se va a dejar dos veces, ¿dónde nos
conseguimos otro? Porque de los egos no nos preocupemos. Los hay cada vez más.
Jua. ¿Nos preocupamos de los colombianos? ¿Se dejarán dos veces? Claro que sí:
miles de veces. Llevan (llevamos) doscientos años de miles de veces. Jua, jua.
16.X.14
Este es un espacio de opinión destinado a
columnistas, blogueros, comunidades y similares. Las opiniones aquí expresadas
pertenecen exclusivamente a los autores que ocupan los espacios destinados a
este fin por el blog Informativo del Guaico y no reflejan la opinión o posición
de este medio digital.