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¿Y ahora qué?

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Endulzando las palabras
Por Iván Antonio Jurado Cortés
iajurado@yahoo.com
¿Y ahora qué?, es la pregunta que se
hacen millones de colombianos después de una cuestionada jornada electoral,
donde algunos candidatos salieron perjudicados y otros premiados por haber
hecho bien la tarea, y no me refiero a la de un proselitismo político como
manda la ley, sino exprimiendo al máximo la astucia para comprar votos. El
pasado 11 de marzo pasará a la historia como una fecha más de la decorosa
‘democracia’, donde el pillo es el abanderado y los decentes la sorpresa.

¿Y ahora qué?, se interroga un
sector de la población preocupada por las actuaciones mafiosas de decenas de
candidatos al Congreso, quienes hicieron hasta lo inimaginable para atraer al
elector y asegurar su sufragio. La gente honesta y aterrizada insiste en
conocer las actuaciones de las instituciones judiciales y de control contra
estos hechos delincuenciales que dejan la sensación que no existe autoridad,
convirtiéndose los granujas en los reyes del paseo. Después de varios días,
posiblemente esta impotencia se esfumara
y la decencia tendrá que acomodarse a
la maldita horma clientelista.
¿Y ahora qué?, dice la gente del
común que no pierde la esperanza que el sistema seudo-democrático se transforme
en una democracia de verdad
, donde ciudadanos de bien que deseen servir a sus
comunidades desde el ente legislativo lo puedan hacer sin gastar miles de
millones de pesos. Y como para complementar la lamentable escena fraudulenta de
la famosa ‘democracia’, hace meses atrás se le dio sepultura a la posibilidad
que tenían las víctimas del conflicto armado para que tuvieran representación
formal en la Cámara de Representantes, tal como se había establecido en los
acuerdos de paz firmados en el Teatro Colón de Bogotá.
Ni que decir de la improvisación de
la Resgistraduría Nacional del Estado Civil, que no pudo controlar unas
elecciones, permitiendo el manejo malintencionado de tarjetones de las
consultas presidenciales, favoreciendo enormemente a un candidato que obedece
dictámenes de la Colombia clientelista y mafiosa, y por supuesto, entorpeciendo
la intención de cambio expuesta por el pueblo ofendido a través de un aspirante
progresista
.
¿Y ahora qué?, es la pregunta que
electores conscientes se hacen entorno a la amenaza de fraude en las próximas
contiendas
. Está claro que casi todo el estamento está contra la propuesta
antimafiosa del candidato presidencial de la ‘Colombia Humana’.
El panorama es incierto, más cuando
las instituciones garantes de la buena práctica democrática están tan
cuestionadas y sus acciones siempre son polémicas, generando constante
desconfianza en la ciudadanía. Es un reto sin precedentes el que se avecina,
entendiendo que por primera vez después de 200 años de gobiernos conservadores,
existe la inmensa posibilidad que llegue una administración alternativa y sacie
de alguna manera tanta necesidad de la clase popular
. El inconformismo de los
colombianos se percibe en todos los escenarios de la vida nacional.
¿Y ahora qué?, pregunta el
constituyente primario hastiado de tanta corrupción, pero al mismo tiempo
tentado por propuestas indecentes, confundiéndole su intención altruista para
caer nuevamente en pecado
. Es un tire y afloje que por lo general termina
ganando el hábil politiquero. Sin embargo, hasta el momento las diabólicas
estrategias no han logrado el objetivo, preocupando sobremanera a la aseda
clase dirigente, que nunca antes tuvo tanto problema para consagrarse en el
poder como ahora. A un paso de que se cumpla el viejo refrán, ‘tanto va el agua
al cántaro que al fin se rompe’.
Después de tanta prosa, son siete
los candidatos que aparecerán en el tarjetón el próximo 27 de mayo,
brindándoles a los colombianos la posibilidad de escoger de acuerdo a las
preferencias ideológicas, culturales, religiosas o empresariales
. En un país
con el 80% de sus habitantes en pobreza socioeconómica es ilógico que se le
siga apostando a un sistema causante de la desigualdad y empobrecimiento.
¿Y ahora qué?, es el cuestionamiento
que se hacen los hijos del ‘Corazón de Jesús’, mientras los ‘caciques’ recién
electos se rifan sus esclavos, vendiéndolos al mejor postor
. Es un mercado de
sirvientes con sello propio, Partido Conservador, Partido Liberal, Unidad
Nacional y Cambio Radical, empiezan a alinear a sus peones acorde a las
circunstancias, sin perder de vista que por ningún motivo el jefe extravíe su
mermelada, deberá escogerse entre Duque o Vargas Lleras y punto.
Domingo, 18 de marzo de 2018

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