Por Joan Justribó
Tomado de www.mundodeportivo.com
En El Carmelo, una pequeña parroquia rural en la provincia ecuatoriana del Carchi, Richard Carapaz descubrió en un cargamento de chatarra que trajo su padre a casa una bicicleta destartalada de BMX. Con los ojos como platos, se le pasó el disgusto de aquella otra bici que le robaron solo unos meses antes. Podía volver a soñar con ser ciclista en un país montañoso, pero sin la tradición de la vecina Colombia en este deporte. Solo tenía 10 años, pero cuenta él que ahí empezó todo. Su padre le dijo que era imposible, que aquella chatarra no tenía solución, pero Richard la armó de nuevo, la montó y comenzó una carrera que solo cinco años después le convertía ya en una de las mayores esperanzas deportivas de su país. A los 20 era campeón sudamericano sub 23 y a los 21, en 2014, su sueño se quebraba al ser atropellado por un coche. Le dijeron que quizás no volvería a caminar y, si lo hacía, difícilmente volvería a ser ciclista de élite.
Como su padre con aquel montón de chatarra, los médicos también se equivocaron. Carapaz regresó y dio el salto a España con 23 años, enrolado en el Lizarte, una garantía de talento joven. El resto ya es más conocido: Movistar le lanzó la red y se confirmó que en ese cuerpo enjuto, a lo Chiapucci, había un corredor extremadamente fuerte, y con un fondo portentoso. Podio en su primera Vuelta a España, ganador del Giro 2019, fichaje por Ineos, podio en el Tour hace solo unos días… y campeón olímpico en Tokio a los 28 años.
Un corredorazo que en la carrera en ruta de Tokio 2020 dio una exhibición portentosa. No importó la dureza del trazado, un perfil de clásica pero con superpuertos, calor y humedad para regalar. Carapaz destrozó la jerarquía y el pronóstico y fue un portento en un final apoteósico de carrera, lanzada por el nuevo caníbal Pogacar, que tuvo que consolarse con el bronce tras verse superado por ‘photo-finish’ por otro monumento de ciclista, el belga Wout Van Aert.
Del Monte Fuji al circuito automovilístico de Fuji, meta de la prueba olímpica en línea, se desencadenó toda la esencia del ciclismo en apenas 40 kilómetros. Acaba la escapada bidón de cinco secundarios, entraron a saco los hombres fuertes, las piernas que llegaban del Tour en las mejores condiciones. Valverde ya sufría, haciendo la goma hasta desaparecer del grupo de cabeza. También Gorka Izagirre, y ningún español estuvo esta vez ni cerca de los puestos de honor.
El ataque de Pogacar a 37 km de meta, subiendo el peliagudo puerto de Minuki, dejo solo a una veintena de hombres delante. Otro ataque redujo aún más el grupo, tanto que hasta a Van Aert le costó volver a entrar. McNulty, Woods y Carapaz dejaron ver su ambición, siempre atentos, siempre delante, hasta que el ecuatoriano y McNulty lanzaban el ataque bueno en la última subida.
Los dos de cabeza y el grupo liderado por Pogacar y Van Aert jugaron al gato y al ratón hasta la meta. Llegaron a estar a 15 segundos, pero no pudieron con Carapaz, que a seis de meta, aprovechando una subida, dejó a McNulty ya dentro del circuito. Victoria, golpe de rabia en el manillar y un oro histórico para Ecuador, que añade otro héroe olímpico a un país que no había tenido ninguno desde el marchador Jefferson Pérez.
Por detrás, McNulty fue pasto del grupo de Pogacar. El esloveno lanzó el último el sprint de la plata pero la acabó cediendo tras verse rebasado por Van Aert. Tras el Tour quería el oro olímpico, pero Carapaz fue esta vez un gigante.
Foto: Thibault Camus – Thibault Camus /AP
Nota original:
https://www.mundodeportivo.com/ciclismo/20210724/410656539526/carapaz-sube-al-olimpo.html
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Ubicación de la Parroquia El Carmelo, Cantón de Tulcán, Provincia de Carchi.