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Eduardo Maya

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Por: José Arteaga
Twitter: @jdjarteaga
Tomado de www.lanoticiasinfronteras.com

Solía contar Eduardo Maya, ese magnífico músico nariñense que acaba de fallecer, que cuando era niño su padre, heladero de oficio, pero con muy buen oído musical, lo llevó donde el maestro Rafael Castillo para que le enseñara trompeta. Pero acostumbrado a entregar mercancías y no niños, el señor Maya preguntó:

¿Y cuándo será que me lo entrega?

Y el maestro Castillo con mucha sensatez le respondió:

-Si pone de su parte, en tres meses se lo tengo listo.

Y así fue. Eduardo Lalo Maya pasó a los doce años a la banda de guerra de su colegio en Sandoná, a los trece a la escuela de la música de la Universidad de Nariño, a los catorce al conjunto Alma Nariñense, a los quince a la Banda Departamental, y a los veinte arrancó para Bogotá convertido en «el guagua ese que toca tan bonito» y en el alumno consentido del Pote Mideros, uno de los referentes de la música nariñense en la capital.

Al poco tiempo ya era el trompetista más solicitado de las orquesta tropicales bogotanas que amenizaban las noches de clubes y hoteles, y cuyos músicos, llámense Lucho Bermúdez, Alex Acosta o José Barros, hacían tertulia en un famoso local llamado La Gaité. Al poco tiempo hacía jazz con unos, cumbia con otros, merecumbé con el de allá, twist y bossa nova con el de más allá. Así hasta que en 1968 apareció, Fred Stamer, el director musical de la cadena hotelera Sheraton y, con la ayuda inestimable de Marcos Yilkes, se lo llevó para Oranjestad.

Las estadísticas dicen que Eduardo Maya grabó alrededor de 150 discos en casi 54 años de actividad musical. De esa cantidad, que pudo ser mayor si se hubiera quedado en Colombia, hizo muy pocos como líder de banda. Se le recuerdan uno con la Caribbean Big Band, uno con la Sonora Mayancera, y uno con el Grupo Maya que incluyó la canción Camina No Corras, donde Chucho Nuncira anunciaba su solo de trompeta con la frase: «En las Antillas las más lindas playas, y de Colombia la estrella, Eduardo Maya… juega guagua»

Su trabajo incansable para diferentes estrellas colombianas comenzó con Tomás Di Santo y Los 5 de Oro (hoy toda una joya de colección). Siguió con Los Caribes, Los Rivales, Los Ocho de Colombia, Los Tupamaros, Harold y su Banda, Alfredo Gutiérrez, Jimmy Salcedo y su Onda Tres, Claudia de Colombia, Hermes Manyoma, Los Del Caney, Guayacán y César Mora, entre muchos otros. Pero a él le gustaba especialmente un álbum que hizo con Joe Madrid, porque el pianista cartagenero le dejaba hacer solos de flugerhorn, algo inusual en la salsa de aquel entonces.

En Aruba hizo de todo, por supuesto. Hacía las programaciones artísticas de los hoteles Concorde, era profesor de música y fue asesor del Aruba Jazz & Latin Music Festival, a cuyas primeras ediciones pude asistir, charlar hasta decir basta con él y conocer a su bellísima familia. Era en verdad un auténtico embajador de Nariño ante el mundo y un anfitrión excelente.

La hotelería lo había marcado desde siempre. Su mamá tenía un hotel en Sandoná, a donde llegaban músicos como Noro Bastidas que iban a ser decisivos en su vida profesional. Y como director de orquestas de hoteles viajó luego por el mundo.

Lo otro que lo marcó fue la vocación didáctica. Durante la primera edición del festival PastoJazz Músicas del Mundo. Eduardo Maya se puso al frente de la Galeras Big Band de la Universidad de Nariño y de la agrupación juvenil Sandoná Jazz Ensemble. Le encantaba enseñar, dictar talleres y apoyar conversatorios con su trompeta.


Apoyó iniciativas regionales como Sol Barniz, Cámara Jazz o la Nariño Big Band de Javier Martínez Maya, y fue también el manager del proyecto Gualao, mezcla de Guaneña y currulao, de Mario Fajardo. Dos veces lo llevó al Aruba Jazz & Latin Music Festival.

Pero sobre todas las cosas fue un ser humano extraordinario. La música nariñense le debe muchísimo, la salsa colombiana le debe muchísimo, las escuelas de música le deben muchísimo. Y quienes lo conocimos le agradeceremos siempre su sinceridad, su cariño y una humildad que era de admirar tanto como su infinito talento.

Nota original:

EDUARDO MAYA

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