Luis Enrique camina con pasos largos por su escuela, Tumac, de la que está a punto de despedirse. Este estudiante nariñense alterna la seriedad con algunas sonrisas y cuenta con ilusión que pronto entrará a la universidad.
En el polideportivo, las risas de los estudiantes compiten con las voces de los maestros en los salones. Luis pasa por estos corredores como si pudiera cruzarlos con los ojos cerrados, saluda de mano a algunos compañeros y llega a un mural que, por sus colores, contrasta con el día nublado.
“Los niñ@s de Tumaco tenemos derecho al agua limpia y potable”, se lee, encima de pinturas que muestran el mar, los ríos, la molécula del agua y un hogar donde una persona tiene un tanque de almacenamiento en el techo.
“Este mural lo trabajamos con niños de quinto grado que también residen aquí en la zona”, cuenta Luis, esbozando una sonrisa tímida. “Hablamos con ellos sobre la molécula del agua, pero también les preguntamos cada cuánto llega el agua a sus casas, si se lavan las manos antes de comer… Algunos dicen que el agua llega por pozos o consumen del agua de la lluvia; decían que tal cual como llegaba, así la consumían… no la trataban. Nosotros les hablábamos de que el agua siempre se tiene que tratar, aunque sea hervirla por salud. Antes habíamos visto casos de niños que tenían diarrea por consumir agua sin tratar”, agrega, retomando un aire más serio en sus palabras.
Estas conversaciones, donde Luis da claras pistas de su carácter de líder, se dan gracias al Comité de agua. Conformado por 20 personas, entre estudiantes y algunos docentes, este tipo de agrupaciones surgen como estrategia de empoderamiento adolescente de forma complementaria a los mejoramientos de infraestructura que hizo UNICEF. Allí, se adecuaron los baños para estudiantes y profesores, y se arregló la red hidráulica, sanitaria y eléctrica. También se realizó mantenimiento de tanques para el almacenamiento de agua para consumo y se instaló un sistema de desinfección de la misma, todo esto, para mejorar el acceso a servicios sanitarios y de agua en la escuela, ubicada en la ciudad de Tumaco.
La comunidad estudiantil participó en todo el proceso para que, además de recibir la mejora de la infraestructura, fueran ellos quienes lideraran el cuidado del agua y de los baños, así como los procesos de aprendizaje y diálogo en torno al acceso a este derecho. Así, los estudiantes y docentes comparten conocimientos, ideas y propuestas sobre el derecho al agua limpia, el saneamiento y la higiene tanto en la escuela como en las comunidades, además de algunas propuestas sobre cómo cuidar y mantener las mejoras hechas en los baños de la escuela.
Si se mira específicamente la situación de Tumaco, la cobertura de acueducto es del 59% en zonas urbanas, y solo del 10% en zona rural de forma intermitente. Por otra parte, la cobertura de alcantarillado solo alcanza un 9% para la zona urbana y 2% para las zonas rurales. Para el resto del departamento de Nariño, el 64.53% de las zonas rurales cuenta con servicios de acueducto, pero ningún municipio tiene agua apta para consumo humano, según el Instituto Departamental de Salud (IDSN, 2022).
“Aprendo sobre el agua para poder tratar con ella”, dice Luis caminando frente al mural. “Lo que más me gusta es poder compartir esos conocimientos con los demás estudiantes. He aprendido de dónde viene el agua, cómo se forma… y eso hace que hablemos incluso de cómo se forma el universo”, explica, dibujando una esfera con sus manos.
En 2020, el Mapeo de Brechas y Necesidades (realizado por el Consejo Noruego para Refugiados (NRC), UNICEF y la Secretaría de Educación) indicó que más de un 70% de las escuelas encuestadas en el departamento no contaba con sistema de almacenamiento de agua. Así mismo, más del 80% de las sedes encuestadas dijeron no tener jabón para el lavado de manos ni toallas para secarse las manos. Este ya no es el caso para la escuela Tumac, donde los 1300 niños, niñas y adolescentes que estudian allí tienen estos espacios dignos y, además, han encontrado en el comité una ventana a sus posibles proyectos de vida, como Luis.
“Ahora estoy en once, después de graduarme entro a la Universidad Nacional a estudiar ingeniería electrónica. Pienso seguir estudiando y ya después de que termine mi carrera he estado con la idea de venir a Tumaco para seguir trabajando en mi comunidad. El comité me ha servido mucho… he podido estar en varios proyectos gracias a UNICEF, la verdad es que nos llenan de conocimientos. También he estado en el club de robótica y todo eso me motivó a estudiar mi carrera: ingeniería electrónica. Esto me ha servido mucho porque es un aprendizaje fundamental que voy a necesitar para la universidad”, agrega.
Fuente y foto: Unicef