Rincón consaqueño
Por José Rodrigo Rosero Tobar
roserotobarjoserodrigo@gmail.com
La cancha de fútbol semejaba la de microfútbol del polideportivo central, la misma que por decisiones incomprensibles fue terminada y a la que se acudía de manera masiva para practicar diariamente actividades deportivas, especialmente voleibol y que habíamos construido con esfuerzo sobrehumano y económico quienes acudíamos al campo deportivo de manera habitual. El inclemente sol de este domingo septembrino, que culminaba en un atractivo clima comarcal, no daba tregua y achicharraba hasta la piel de los habitantes de esta porción terrenal.
La hierba que hacía las veces de gramilla se había secado completamente y el aspecto verdoso que presentaba en tiempos lluviosos, se había convertido en amarillento, cuál terreno desértico, sin posibilidades de crecimiento floral.
El estadio estaba colmado y había que buscar espacio entre la multitud para poder mirar las acciones de la final del XLIII campeonato de fútbol de la localidad. Los contendientes W Richis FC y Consacá FC, dos equipos inéditos como dicen los entendidos, trataban de dar lo mejor para buscar un triunfo que los llevaría a una efímera gloria local y cada jugada terminaba con un suspiro que se esparcía por todo el espacio de la cancha municipal.
Era raro mirar, lo que no había sucedido hacía muchos años, una final en el certamen de dos conjuntos del área urbana municipal. Equipos conformados por gente muy joven que hacían su tránsito en la escena deportiva municipal, la misma que se había convertido poco a poco en un inevitable pasatiempo de la comunidad en general.
El árbitro central emitió el pitazo final. Ganó W Richis FC. Campeón, gritaron sus fanáticos y las calles circunvecinas al estadio se saturaron de gente, que con su ruido de vencedores, provocaban la palpable melancolía de los vencidos en la gran final.
Recuerdo unas líneas que alguna vez emití cuando decía que asistir a un partido de futbol, animando a un conjunto preferido, nos trasporta hacia rumbos desconocidos donde el amigo no es amigo, el adversario como por arte de magia se convierte en nuestro aliado ideal, hasta que el partido se acaba y se vuelve a la nostálgica realidad. Pareciera que se vuelve de un estado somnoliento y un hecho que ha pasado a la historia, nos ha trasportado a estados fascinantes de emoción e insensibilidad, de aprecio y antipatía, de sosiego y perplejidad, de consuelo y aflicción, de destemplanza y sobriedad, de desatención y cortesía, de nostalgia y serenidad, de calma y conmoción, de temor y tranquilidad.
Consacá, 06 de septiembre de 2024
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