Pasto: la historia como presente

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Por: Augusto
Trujillo Muñoz
Tomado de
La capital de
Nariño celebra anualmente su carnaval como un certamen de auténtica vocación
identitaria. En torno a él giran todas las actividades, prestezas y estratos de
la sociedad nariñense. Es la fiesta más importante del sur de Colombia. Aunque
hunde sus raíces en los tiempos de la colonia, hace unos cien años se viene
consolidando como una expresión incluyente de las distintas variables
culturales de la región
.

Es posible que,
hace un siglo, el carnaval fuera visto por algunos como manifestación de arte
menor. Pero la apropiación del evento por parte de una comunidad que lo asume
como razón integral de identidad, lo convirtió en “patrimonio cultural de la
nación” mediante ley aprobada por el Congreso Nacional en 2001, y como
“patrimonio inmaterial de la humanidad” mediante decisión de la “Unesco” en
2009
.
Pasé el año
nuevo en Pasto y asistí luego a sus carnavales. Hablé con algunos de sus hijos:
artesanos, profesionales, académicos de todas las edades. Llegué a pensar que
Pasto es y no es parte de Colombia. Revisé, además, un par de libros que conocí
gracias a dos pastusos ilustres, el ex senador Ernesto Velázquez y el ingeniero
Álvaro Córdoba: “Nariño, Historia y Cultura”, de Edgar Bastidas Urresty y “Por
qué fueron realistas los pastusos” de Emiliano Díaz del Castillo Zarama
.
El Nudo de los
Pastos es un punto de inflexión de la cordillera de los Andes. Desde algún
sitio fronterizo entre Argentina y Chile se levanta, rumbo al mar Caribe, y se
convierte en el lomo de América del sur. Sobre ese lomo se desarrolló el
imperio Inca, uno de los más importantes de la historia humana. Manco Capac
salió de las espumas del lago Titicaca para fundarlo, hacia el año 1200. Tres
siglos después llegó a su esplendor
. Pero también le llegaron los
conquistadores europeos.
El imperio
venía hasta el Nudo de los Pastos. De allí en adelante, una nueva geografía dio
origen a una nueva historia. En ese macizo nacieron los pastusos de ayer y de
hoy que, fácilmente, muestran sus estirpes incas pero que, fácilmente, no las
muestran. En esa simbiosis entre geografía e historia se yergue la ciudad:
Nació y creció sola, señera, diferente al resto del mundo. Construyó su propio
eje de desarrollo autonómico
.
Alguien
escribió que los pastusos habitaban en gran aislamiento su imperio andino. La
geografía los protegió sitiándolos. Por eso ni Popayán ni Santafé, pero tampoco
Quito, podían imponerles gobiernos. El médico Tomás de Santacruz y el indígena
Agustín Agualongo, hace unos 200 años, tenían razones para encontrarse en una
identidad común, incluso más allá de la política. Pero ningún pastuso olvida el
martirio de una navidad negra que les decretaron, desde afuera, a nombre de la
libertad
.
De alguna
manera, en aquella suerte de autarquía, los pastusos fueron libres desde
siempre. Estaban más cerca de las autonomías predicadas por los cabildos de
1810, que de la independencia predicada por los ejércitos de 1819
. Desde hace
un siglo, cuando Nariño nació como Departamento, sus hijos han consolidado su
vocación histórica como presente. Son colombianos: saben que su inmensa patria
chica cabe en esta patria grande que necesita unirse en la diferencia. Todo
aquello se nota en la piel de la ciudad, en la inteligencia de los pastusos y
en el espíritu de su carnaval de negros y blancos.

*Exsenador, profesor universitario. @inefable1

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