Entre las montañas de Nariño, Sandoná se consolida como un territorio donde la fe, la artesanía y la celebración comunitaria se entrelazan para construir una identidad cultural única y viva.

El símbolo más imponente del municipio es su basílica, una obra levantada en piedra volcánica que domina el paisaje con torres de 66 metros de altura. Más allá de su majestuosidad arquitectónica, este templo representa el esfuerzo colectivo de la comunidad, que durante 15 años la construyó con bingos, fiestas y aportes populares, utilizando piedra proveniente de una antigua mina indígena y un diseño con profundo arraigo local.

Otro pilar fundamental de Sandoná es la artesanía en paja toquilla, conocida en la región como iraca. Esta tradición, llegada desde Ecuador en el siglo XIX, fue apropiada por las mujeres sandoneñas a comienzos del siglo XX y transformada en motor económico y cultural. El reconocimiento llegó en 2011 con la denominación de origen, que certifica el valor y la calidad de los sombreros tejidos a mano, piezas que concentran días de trabajo, paciencia y saber ancestral.

La identidad del municipio también se expresa en sus fiestas y celebraciones. La noche de las velitas convierte las calles en un mar de luces y creatividad, mientras que en el corregimiento de El Ingenio los jóvenes mantienen viva, desde hace más de 80 años, la tradición de elaborar pesebres artesanales, garantizando la transmisión cultural entre generaciones.

Este tejido entre fe, artesanía y celebración ha llevado a Sandoná a destacarse como el único destino turístico del departamento de Nariño, con certificación de sostenibilidad, reflejo de su compromiso con la protección del patrimonio cultural y natural.

Sandoná se proyecta así como un ejemplo de comunidad que avanza hacia el futuro sin perder sus raíces, demostrando que la identidad, cuando se construye colectivamente, se convierte en una verdadera fuerza de desarrollo y cohesión social.

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