‘Vámonos pal’ monte’

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Por Iván Antonio Jurado Cortés
iajurado@yahoo.com
(Vámonos pal’ monte pal’ monte pa’ huarachar,
vámonos pal’ monte que el monte me gusta más…)
, así reza una de las estrofas de
esta clásica canción salsera del maestro Eddie Palmieri, uno de los mejores
pianistas que ha tenido el mundo de la salsa en toda su historia.

El tema “Vámonos pal’ monte” se grabó por
primera vez en el año 1972, y desde esa fecha siempre se ha catalogado como un
verdadero clásico. Las frases de esta composición hacen alusión a la
tranquilidad, regocijo y sano ambiente que emanan los sitios alejados de los
grandes y bulliciosos ruidos
como los que producen las encerradas ciudades.
Colombia al igual que la mayoría de países
americanos cuenta con enormes espacios territoriales revestidos de encantadoras
montañas, sabanas, valles y por supuesto de inconfundibles costas que se funden
en la diversidad étnica, produciendo una soberbia combinación digna de
admiración y respeto.
Desafortunadamente la palabra “campesino” se
ha interpretado equivocadamente en el argot popular del colombiano
, incluso son
las mismas autoridades gubernamentales las que se han encargado en muchas
oportunidades de menospreciar a los compatriotas que viven y laboran en los
campos nacionales.
El solo hecho de provenir directamente de los
indígenas es razón suficiente para que se conserve la vocación rural; sin
embargo, los más de quinientos años desde que se produjo la mezcla racial y
cambio de actitud en la descendencia amerindia, ha facilitado el olvido de las
costumbres ancestrales y por ende el quebranto de la propia dignidad
,
transformando a muchos connacionales en verdugos de su misma estirpe.
Ser campesino no debe ser sinónimo de
desigualdad o ultraje
así como sucede cada vez con mayor incidencia en mujeres
y hombres dedicados a la producción agropecuaria. Desde las mismas leyes están
diseñadas a ofender y no reconocer la actividad laboral, importante y vital
para el desarrollo armónico y equilibrado de una sociedad.
El campesino en Argentina, Uruguay, Chile,
Estados Unidos o Europa es equivalente a honor y orgullo. Este sector
indispensable para el desarrollo de un país, necesariamente debería ocupar toda
la atención del caso, especialmente en inversión, investigación y financiación,
tal como lo tienen otros estados del mismo nivel que Colombia.
Se calcula que el 40% de la población del país
se encuentra ubicada en área rural con proyección a disminuir, siendo
trascendental este porcentaje para la sostenibilidad alimentaria; lástima que
el sistema neoliberal vaya en contravía de las reales necesidades del agro
.
De los treinta y dos departamentos de la
jurisdicción colombiana, Nariño es uno de las más rurales, llegando hasta un
65% de personas residentes en suelo campesino
, manifestándose la importancia
regional que emana esta posición; conllevando a una inmensa responsabilidad del
gobierno departamental en enfocar sus esfuerzos en pro de salvaguardar y
fortalecer esta sección de la economía.
La situación de conflicto interno, influye en
la toma apresurada de decisiones por parte de nuestros campesinos, optando por
abandonar su lugar y herramienta de trabajo para volcarse a las grandes urbes
en busca de mejores condiciones de vida, aumentando el índice de desocupación y
miseria.
No hay nada mejor que comerse un delicioso
sancocho de gallina criolla o una rica carne asada o ahumada, o que levantarse
en las mañanas y contemplar el paisaje natural; disfrutar del chillar de los
pájaros, el bramar del río, y respirar un aire puro, saludable y revitalizante
.
Estas bondades son únicas en el campo, más se anulan en la ciudad.
Hoy, los estudios arrojan datos preocupantes,
el 90% de los citadinos sufren de estrés, mientras que solo el 10% de los
campesinos lo presentan
, siendo el factor económico la principal causa; sin
olvidar que el estrés es el inicio de posteriores enfermedades. Gran parte de
la solución de la violencia social y económica colombiana está en el retorno
sostenible, inversión y atención al sector agropecuario en su integridad.
Es hora de invertir en el campesinado,
motivándolo, capacitándolo y apoyándolo económicamente
con el sano propósito de
garantizar prosperidad democrática, así como dice el lema: “prosperidad para
todos”, que no sea simple publicidad amarillista sino una acertada decisión
estatal.
Que un día de estos cuando escuchemos la
canción “vámonos pal’ monte”, nos lleve a la reflexión, trasladándonos así sea
por un momento a la felicidad del campo, y entendiendo que gran parte de la
solución a los problemas sociales, es retornar al lugar donde se respira y se
vive mejor, el campo
Domingo, marzo 30 de 2014
Este es un espacio de opinión destinado a
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este fin por el blog Informativo del Guaico y no reflejan la opinión o posición
de este medio digital.

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