En junio de 1952, el catedrático de medicina tropical Luis Patiño-Camargo publicó un reportaje titulado “BARTONELIASIS. Fiebre verrucosa del Guaitara en Colombia” en la Revista de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional. En este artículo, se exploró la epidemia de bartonelosis.
El reportaje indica que la bartonelosis fue descubierta el 16 de enero de 1939, en pacientes con fiebre y verrugas del hospital de Sandoná. El diagnóstico clínico fue confirmado mediante el hallazgo de la bacteria bartonella en la sangre de un paciente en la fase inicial de la enfermedad el 18 de enero.
Entre 1939 y 1940, 1,937 personas murieron a causa de la bartonelosis en 35 municipios de Nariño, según el artículo. Este dato se presenta en el cuadro número 1 del documento.
En mayo de 2014, la Academia Nacional de Medicina de Colombia abordó la Bartonelosis en el departamento de Nariño, adjuntando un documento del académico César Arroyo Erazo titulado “La Bartonelosis, epidemia olvidada con una letalidad sin precedentes en el departamento de Nariño, 1936-1946”.
Para César Arroyo Erazo, investigador de esta enfermedad olvidada, el contacto con la bartonelosis comenzó en su niñez, al escuchar historias sobre esta terrible epidemia en una finca donde transcurrieron sus años infantiles. Más tarde, en 1984 y 1994, participó en estudios sobre la leishmaniasis en Samaniego, Nariño. Durante estas investigaciones, se identificó solo a la Lutzomyia colombiana como el vector, el mismo insecto reportado como transmisor de la bartonelosis durante la epidemia de Nariño.
Una enfermedad antigua y letal
La bartonelosis es causada por la Bartonella bacilliformis, una bacteria que ataca los glóbulos rojos y provoca anemia severa. Transmitida por los flebótomos del género Lutzomyia, la enfermedad tiene tres fases: la aguda (fiebre y anemia), la intercalar (asintomática) y la eruptiva (manifestaciones cutáneas conocidas como Verruga Peruana).
Históricamente, se ha registrado en Perú y Ecuador. En Colombia, específicamente en Nariño y una pequeña región del Cauca, se reportó entre 1936 y 1946, sin nuevos casos desde entonces.
Investigación y hallazgos
La investigación de Arroyo buscó respuestas sobre el inicio y desaparición de la epidemia, la mortalidad real y el riesgo de un posible resurgimiento. Mediante una metodología exhaustiva, se revisaron 19,410 registros de defunción en nueve municipios, se entrevistaron sobrevivientes y testigos, y se realizó un estudio entomológico que confirmó la presencia del vector Lutzomyia columbiana.
Entre las hipótesis planteadas sobre el origen de la enfermedad, destaca una: la introducción de 2,000 soldados peruanos tras la guerra entre Colombia y Perú, quienes pudieron haber sido portadores asintomáticos de la bacteria.
Conclusiones y reflexiones
La epidemia de bartonelosis en Nariño resultó en cerca de 6,000 muertes en una década, con una alta letalidad entre 1938 y 1941. La enfermedad se concentró en áreas específicas entre 1,200 y 1,900 metros sobre el nivel del mar. La hipótesis más plausible sobre su desaparición es el agotamiento de los reservorios humanos debido a su alta letalidad.
Durante la ceremonia de posesión de Arroyo como miembro de número de la Academia Nacional de Medicina de Colombia, el Dr. Hernando Groot Liévano subrayó la importancia de esta investigación. En un contexto donde la bartonelosis sigue ganando terreno en Perú y Ecuador, comprender los eventos pasados en Nariño es crucial para prevenir una posible reemergencia de la enfermedad en Colombia.
La historia de la bartonelosis en Nariño no solo resalta los desafíos del pasado, sino que también nos llama a la vigilancia continua y a entender las condiciones que permitieron su propagación, con el fin de evitar que se repita una tragedia similar en el futuro.
Conversamos con el historiador sandoneño Libardo Suárez Andrade sobre la epidemia que nuestros ancestros conocían como “la bartola”.
Mediante la Ley 5 del 12 de septiembre de 1939, que estableció diversas disposiciones para combatir la epidemia de bartonelosis en el Departamento de Nariño y ordenó la construcción de varias obras, el Congreso de Colombia decretó en su artículo primero: “El Gobierno Nacional procederá a construir tres hospitales, ubicados el primero en la hoya del Juanambú, el segundo en la margen derecha del río Guáitara y el tercero en la margen izquierda del mismo río.”
Este fue el origen de los hospitales Eduardo Santos de La Unión, Clarita Santos de Sandoná y Lorencita Villegas de Santos de Samaniego, en honor al presidente de la época, Eduardo Santos Montejo (1938-1942), su esposa Lorencita Villegas de Santos y su hija Clarita.
Imagen con fotografías de internet de los doctores Luis Patiño-Camargo y César Arroyo Erazo