El despertador del sur
Por: Jorge Arturo Bravo
despertadordelsur@hotmail.com
“Este año ha ido pasando muy rápido”, y al mismo tiempo que los días van pasando, crece la baraja de candidatos a suceder al actual alcalde de Pasto, “un alcalde que -como afirman muchos taxistas, también el común de la gente, – no ha hecho nada en beneficio del pueblo”.
Por eso se hace necesario que desde ya vayamos pensando muy bien en el candidato que las mayorías de Pasto deben apoyar para llevarlo al primer cargo del municipio; una persona que realmente conozca la verdadera problemática del municipio y de sus gentes; un candidato que desde su quehacer haya estado siempre al lado del pueblo, al lado de las clases trabajadoras; un candidato que sea coherente con lo que piensa, dice y hace; y lo más importante un alcalde que tenga autoridad, “un alcalde de pantalones”.´
“Abramos por Dios los ojos”- decía el General Antonio Nariño desde las páginas de su periódico La Bagatela, primer periódico político de Colombia, refiriéndose a las débiles administraciones del gobierno de Jorge Tadeo Lozano, presidente de Cundinamarca; esto es lo que debería hacer el periodismo pastuso y nariñense, dejar de hacer ese periodismo lambón y arrodillado, “vendiendo su conciencia por un plato de lentejas” como lo son las jugosas pautas publicitarias oficiales, y cuestionar estas pésimas administraciones. “Sin miedo” sin que les tiemble el pulso o se les resquebraje la voz.
De acuerdo mi General Nariño, “abriremos muy bien los ojos”, de hecho, los pastusos ya tenemos claro quién será el próximo sucesor del veterinario Germán Chamorro de la Rosa, para el caso de Pasto, y también para el sucesor de John Rojas, Gobernador de Nariño, no obstante, que ciertos candidatos ya salieron nuevamente a la palestra política después de haber permanecido más de 30 años en el Congreso de la República, devengando millonarios sueldos, apareciendo hoy como “redentores” y prometiendo lo que no fueron capaces de hacer como congresistas o como funcionarios de gobierno.
AL MARGEN: A los funcionarios del Espacio Público, que pasean tranquilamente por la calle 17, especialmente, se les debería dar otras funciones, destinarlos a otras dependencias, donde trabajen. Miren lo que ha pasado con la calle 17 y muchas otras, parece mercado persa, vendedores ambulantes que aumentan por todas partes, y ellos como si nada.