El despertador del sur
Por Jorge Arturo Bravo
despertadordelsur@hotmail.com

El pasado 12 de agosto se celebró no solo en Colombia sino en muchos países “el día de la juventud”, de acuerdo la UNESCO que el 12 de agosto 1999, estableció celebrarlo en esta fecha. Sin embargo, dada la situación del Coronavirus no hubo tal celebración.

Son muchas las leyes que en Colombia se han promulgado en beneficio de la juventud y se establecen fechas para su celebración, nos preguntáramos: para qué han servido esas leyes dictadas por los diferentes gobiernos, a través de la historia?, se le ha dado a la juventud la importancia que realmente se merece? Si le han reconocido el papel protagónico que han jugado en el devenir histórico de los pueblos? La respuesta es una sola y debemos decirla sin que se nos resquebraje la voz y no nos tiemble la mano para escribirlo: ¡No!, ¡Nunca!!Jamás!

La juventud a través de las diferentes épocas ha tenido que “jalonar” con sus propias manos, la rueda de su historia a consta de dejar caídos sobre el pavimento de las calles y de los caminos polvorientos de ciudades, pueblos y veredas, cientos de muertos y solo así han logrado que los gobiernos de turno les reconozcan sus derechos cada vez más pisoteados, pues del gobierno jamás, al igual que la clase trabajadora, han recibido nada gratis siempre ha sido el resultado de las luchas estudiantiles, de las luchas populares.

Ya es hora de dejar a un lado las actitudes sumisas, lambisconas y obedientes de muchos nariñenses, incluidos gobernadores, alcaldes, incluso congresistas, pues son las que han permitido que los gobiernos centrales de turno, tengan al departamento de Nariño en el estado de olvido y atraso en que se ha encontrado, pues nunca se atreven a exigir, por el contrario, cuando los altos mandos del gobierno central nos visitan se arrodillan para pedir una ayuda, jamás para exigir, por eso a nuestros gobernantes se les acaban los pantalones por las rodillas.

Exijamos pues con la beligerancia y rebeldía, como los buenos líderes de ayer, mayores y mejores oportunidades para nuestros jóvenes, citadinos, campesinos e indígenas, pero eso sí, con realidades, no con falsas promesas, debe ser con verdaderas y contundentes inversiones sociales y económicas donde los jóvenes, particularmente sean los más beneficiados, pues de seguir con la indolencia de nuestros gobernantes, poco a poco las fuerzas oscuras irán acabando con nuestros jóvenes.

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