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Visión de mujer

Por Elsy Melo Maya
elsy.ya@hotmail.com

De acuerdo a un informe de la Organización Mundial de la Salud, el suicidio a nivel mundial, es la tercera causa de mortalidad en personas entre los 15 y 44 años y la segunda en quienes se encuentran entre los 10 y 24 años de edad. Y dentro de esta preocupante realidad, el Valle del Cauca, Nariño y Antioquia, son los departamentos con mayor número de casos de suicidio de niñas, niños y adolescentes afrocolombianos(as) o afrodescendientes. Pero como si esto no fuera suficiente, es lamentable tener que destacar, la ausencia de investigaciones que permitan indagar las causas que originan esta conducta en la población referida.

Entre el 1 de enero y el 31 de julio de 2018, en Colombia se reportaron 156 casos de suicidios de niños, niñas y adolescentes, según Medicina Legal. Esto corresponde a cinco casos más respecto al mismo periodo de 2017. El grupo de edad en el que más muertes por suicidio hubo en 2018, fueron los jóvenes entre los 15 y 17 años, con 92 casos, y en el grupo de edad de entre los 10 y 14, se registraron 64 casos. Según cifras oficiales, 96 casos ocurrieron entre hombres y 60 en mujeres.

En términos generales se sabe que el suicidio está asociado con diferentes factores de riesgo que se presentan en diferentes contextos individuales, familiares, escolares, comunitarios y/o sociales. Afecta a personas de cualquier edad, pertenencia étnica o cultural, identidad de género o condición socioeconómica y genera consecuencias devastadoras para sus familias y las comunidades.

Dentro de los factores de riesgo, se relaciona el abuso del alcohol y consumo de sustancias psicoactivas, los trastornos mentales, conductas autodestructivas, conflictos de identidad, baja auto estima, conflictos de pareja, violencia intrafamiliar, ausencia de vínculos afectivos, acoso escolar o bullying, abusos de toda índole, motivaciones culturales o espirituales.

El suicidio de niñas, niños y adolescentes en Colombia es un fenómeno que viene en aumento desde el año 2015. Razón más que suficiente para concluir que el Estado, no está brindando la respuesta intersectorial apropiada para su mitigación, siendo el núcleo familiar, la clave para su prevención. Ante los detonantes del suicidio, todos tenemos la responsabilidad de proteger, promover, exigir y defender los derechos de niños, niñas y adolescentes; esto incluye la capacidad para detectar, prevenir y reportar o denunciar cualquier tipo de vulneración a sus derechos. No esperemos la tragedia y actuemos desde nuestro contexto. Nuestros niños(as) y adolescentes merecen vivir.

Julio 22 de 2019

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