Nuestro proceso de paz
Actualmente se han prendido las alarmas por un
posible nuevo proceso de paz, del que el presidente Santos no ha dado ninguna
certeza. A pesar del escepticismo de la totalidad de los colombianos frente a
otra frustración, el país se muestra dividido frente a su conveniencia o
inconveniencia. De un lado están quienes opinan que a las Farc hay que
derrotarlas plenamente para que sus comandantes se vean obligados a aceptar las
condiciones. Es decir, negociar su rendición. Los líderes de esta opinión hacen
parte de un gran sector de la extrema derecha colombiana, aunque no toda piensa
así.
posible nuevo proceso de paz, del que el presidente Santos no ha dado ninguna
certeza. A pesar del escepticismo de la totalidad de los colombianos frente a
otra frustración, el país se muestra dividido frente a su conveniencia o
inconveniencia. De un lado están quienes opinan que a las Farc hay que
derrotarlas plenamente para que sus comandantes se vean obligados a aceptar las
condiciones. Es decir, negociar su rendición. Los líderes de esta opinión hacen
parte de un gran sector de la extrema derecha colombiana, aunque no toda piensa
así.
Del otro lado están quienes opinan que no se
debe desaprovechar el momento para la paz. Con el escepticismo consciente de
más de tres procesos frustrados por cuenta de las tácticas de las Farc
(principalmente por el cinismo exhibido en el proceso con el fatuo gobierno de
Andrés Pastrana, a quien más que la paz le interesaba el premio Nóbel) hay un
argumento muy fuerte: si Uribe no pudo derrotarlas completamente a pesar de 2
períodos presidenciales y 8 años de guerra, nos podríamos demorar otros sesenta
años, o más, para que las FF AA las aniquilen totalmente, con desangres
alternos semejantes a los falsos positivos. Las mismas causas geográficas y
sociológicas por las cuales la corona española no pudo contra las fuerzas
independentistas neogranadinas, esas mismas no han dejado que se produzca “el
fin del fin”, tan publicitado, hasta la jocosidad, en la era Uribe. Recordemos
que fue la Nueva Granada la que luego “libertó completamente”, con recursos
físicos y humanos propios, a las otras cinco repúblicas bolivarianas, luego de
que ella misma se sacudiera totalmente antes que las otras, debido a las causas
geográfico-sociológicas que jugaron en su favor.
debe desaprovechar el momento para la paz. Con el escepticismo consciente de
más de tres procesos frustrados por cuenta de las tácticas de las Farc
(principalmente por el cinismo exhibido en el proceso con el fatuo gobierno de
Andrés Pastrana, a quien más que la paz le interesaba el premio Nóbel) hay un
argumento muy fuerte: si Uribe no pudo derrotarlas completamente a pesar de 2
períodos presidenciales y 8 años de guerra, nos podríamos demorar otros sesenta
años, o más, para que las FF AA las aniquilen totalmente, con desangres
alternos semejantes a los falsos positivos. Las mismas causas geográficas y
sociológicas por las cuales la corona española no pudo contra las fuerzas
independentistas neogranadinas, esas mismas no han dejado que se produzca “el
fin del fin”, tan publicitado, hasta la jocosidad, en la era Uribe. Recordemos
que fue la Nueva Granada la que luego “libertó completamente”, con recursos
físicos y humanos propios, a las otras cinco repúblicas bolivarianas, luego de
que ella misma se sacudiera totalmente antes que las otras, debido a las causas
geográfico-sociológicas que jugaron en su favor.
Pero hay algo mucho más grave en lo que quizá
no hemos pensado: si se llegara hasta la casi aniquilación total de esas
fuerzas, se acabaría también con su estructura piramidal de obediencia y mando,
por simple logística (comunicaciones) además de causas disciplinarias. Los
combatientes, que ya han hecho de la suya una vida militar, que quizá no
conocen o que han olvidado otras formas de “ganarse la vida”, o que no la
desean porque saben que con un arma en la mano no necesitan trabajar de sol a
sol como el resto, empezarían a formar pequeñas bandas con otros grupos
violentos que, con el tiempo serían cada vez mayores en tamaño y logística, en
medio de la corrupción que campea en toda parte. Los mandos militares aseguran
que ya hay este tipo de alianzas en algunas zonas del país. Que la bomba de
Tumaco (1.II.12) fue una alianza entre Farc y Rastrojos. O sea que, según los
mandos militares, ya habría comenzado esta explosiva mezcla contaminada. Ya se
había dado también este caso, con sus particulares condiciones, al final de
nuestra histórica campaña libertadora, con los combatientes y comandantes que
quedaron al garete después de la victoria final. Todas nuestras guerras
posteriores –que culminaron con la
Guerra de los Mil Días- contaron con
este flagelo y lo empataron con la Violencia de nuestro s. XX, que es la
continúa en nuestros días con formas de hoy. En México, al final de su gran
revolución agrarista, también se dio este caso. El mismo que se presentó en
varios de los pequeños países centroamericanos a finales del pasado siglo y que
hoy se debaten entre los más violentos del mundo.
no hemos pensado: si se llegara hasta la casi aniquilación total de esas
fuerzas, se acabaría también con su estructura piramidal de obediencia y mando,
por simple logística (comunicaciones) además de causas disciplinarias. Los
combatientes, que ya han hecho de la suya una vida militar, que quizá no
conocen o que han olvidado otras formas de “ganarse la vida”, o que no la
desean porque saben que con un arma en la mano no necesitan trabajar de sol a
sol como el resto, empezarían a formar pequeñas bandas con otros grupos
violentos que, con el tiempo serían cada vez mayores en tamaño y logística, en
medio de la corrupción que campea en toda parte. Los mandos militares aseguran
que ya hay este tipo de alianzas en algunas zonas del país. Que la bomba de
Tumaco (1.II.12) fue una alianza entre Farc y Rastrojos. O sea que, según los
mandos militares, ya habría comenzado esta explosiva mezcla contaminada. Ya se
había dado también este caso, con sus particulares condiciones, al final de
nuestra histórica campaña libertadora, con los combatientes y comandantes que
quedaron al garete después de la victoria final. Todas nuestras guerras
posteriores –que culminaron con la
Guerra de los Mil Días- contaron con
este flagelo y lo empataron con la Violencia de nuestro s. XX, que es la
continúa en nuestros días con formas de hoy. En México, al final de su gran
revolución agrarista, también se dio este caso. El mismo que se presentó en
varios de los pequeños países centroamericanos a finales del pasado siglo y que
hoy se debaten entre los más violentos del mundo.
El momento es clave: o comenzamos de nuevo
otro proceso de paz, claro que con los ojos bien abiertos, o nos jugamos la
aniquilación total de las Farc con la seguridad de que siempre quedarían
agravios, o sea, rescoldos de nuevas guerras o violencias.
otro proceso de paz, claro que con los ojos bien abiertos, o nos jugamos la
aniquilación total de las Farc con la seguridad de que siempre quedarían
agravios, o sea, rescoldos de nuevas guerras o violencias.
Nota 1.- Concurso novela corta, U Central,
mínimo 80, máximo 150 páginas. Premio 5 millones y publicación. Cierre 13
junio. Informes: mireyaucentral@yahoo.es
mínimo 80, máximo 150 páginas. Premio 5 millones y publicación. Cierre 13
junio. Informes: mireyaucentral@yahoo.es
Nota 2.- Salón de artistas. Premios: 5 y 3 millones
y dos menciones de honor. Plazo 13 junio. Inf: Cultura@pasto.gov.co y pinacotecadenarino09@gmail.com