Desde la sombra

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El despertador del sur
Por: Jorge Arturo Bravo
despertadordelsur@hotmail.com

Era el medio día de un martes extremadamente caluroso, las aves, los perritos, muchas personas y yo, buscábamos la sombra para apaciguar un poco del asfixiante calor, pues el sol, ubicado en el cenit, dejaba caer sus rayos en toda la ciudad; me ubiqué entonces en el alero del edificio del Shirakaba y desde allí, saco al brazo, “aflojado” el nudo de la corbata, observaba el ir y venir presuroso de las personas que cruzaban la Plaza que lleva el nombre de Gran General Antonio Nariño.

Observando aquello miré a los señores conductores de los taxis que van para el Aeropuerto “Antonio Nariño”, impecablemente vestidos con su uniforme, muy bien “planchadito” como decía mi abuelita, q.e.p.d.; a sus pasajeros, de todas las condiciones sociales, muchos serán naturistas, les dará gusto subirse a esos taxis con conductores atentos, buenos conversadores y “bien vestiditos” y me preguntaba entonces: ¿por qué los taxistas que diariamente, recorren las calles de la ciudad, no pueden vestirse igual que los del aeropuerto?, ¿por qué los señores gerentes de las diferentes empresas, no les exigen uniforme?, o al menos que estén bien vestidos, “bien presentados” y no desgualangados como muchos.

Y en esos 45 minutos que permanecí en el sitio, antes citado, no observé “ni un solo policía”, “ni pa´ remedio” como decía mi abuelita, que no estuvo en la escuela, pero que era muy inteligente; ni un solo agente de policía, rondando por la plaza, el sitio por donde deambulan “las ratas de cuatro patas” en busca de su presa, y es que los periodistas “lambiscones” dicen que “ahora sí la policía anda por todas partes de la ciudad” pero yo no vi a ninguno, ni a pie ni en moto, ni en carro; me dije entonces: ¡claro! Qué va a estar la policía en las calles si, como yo, también están en la sombra favoreciéndose del tremendo calor, y como seres humanos, también tienen derecho a esconderse del sol. Después de este buen rato en que deleité la mirada, seguí mi camino rumbo al Liceo Maridíaz a recoger a mis nietecitas, y en ese trayecto, de más de siete cuadras, tampoco vi un solo policía y me hice la última pregunta: ¿Cuáles serán los policías que ven los periodistas?, y lo más grave, es que en mi barrio tampoco, a ninguna hora los veo.

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