Anoche miré el partido Brasil – Colombia por la Copa América que se juega en los estadios brasileño con serias dudas por la actuación de la selección tricolor frente a la selección auriverde, por el actual presente futbolístico de los dos combinados.
No alcancé a mirar el gol de Lucho Díaz, el jugador de la Comunidad Indígena Wayúu al servicio del Club Oporto de Portugal, a los 9 minutos de iniciado el partido. En la repetición observé el gran gesto técnico del jugador guajiro para vencer al arquero brasileño Weberton.
Con este gol tempranero la selección colombiana se dedicó a defenderse tanto que Santos Borré fue uno de los mejores jugadores del primer tiempo, por su sacrificio para ayudar a sus compañeros a contener a los locales. Discrepo de algunos comentaristas colombianos que señalaron que el primer tiempo fue perfecto. Para llegar a ese estado de perfección Colombia debió atacar un poco más.
El técnico colombiano Reinaldo Rueda siguió con el mismo libreto para el segundo tiempo. Todos los once jugadores defendieron las arremetidas del equipo contrario. Y los cambios que realizó a los 15 minutos del segundo tiempo iban en la misma dirección. Colombia se olvidó que en los partidos es muy importante, de igual manera, la fase ofensiva.
Hasta que llegó la jugada polémica del árbitro argentino Néstor Pitana. El debate continuará por largo tiempo. El balón lo lanzó un jugador de Brasil, rebotó en el árbitro, regresó a un compañero quien abrió hacia la izquierda, centro y gol de cabeza de Firmino. La regla dice que si el balón toca a un miembro del equipo arbitral debe suspenderse la jugada.
La Regla 9 del fútbol dice que el balón no estará en juego cuando:
“- haya atravesado completamente la línea de meta o de banda, ya sea por el suelo o por el aire;
– el juego haya sido detenido por el árbitro;
– el balón toque a un miembro del equipo arbitral, permanezca en el terreno de juego y, además:
1. un equipo inicie un ataque prometedor o
2. el balón entre directamente en la portería o
3. el equipo en posesión del balón cambie.
En todos los casos anteriores, el juego se reanudará con un balón a tierra”.
Pitana consultó con los integrantes del VAR, quienes validaron el gol.
Más allá del error arbitral los futbolistas colombianos se confiaron que iba a suspender la jugada, en cambio los brasileños la continuaron y consiguieron el gol del empate. Por un instante Cuadrado y compañía se olvidaron que estaban jugando frente a Brasil de visitantes.
El partido se reanudó y Pitana adicionó 10 minutos y en el último minuto final Casemiro cabeceó en el primer poste un tiro de esquina cobrado desde el sector derecho y concretó el triunfo del organizador de la Copa América.
Los colombianos nuevamente estuvieron desconcentrados como en el partido del 15 de noviembre de 2000, cuando el defensor central Roque Junior cabeceó un tiro de esquina desde el sector izquierdo en el último minuto por las eliminatorias al Mundial de Japón y Corea. Ese punto privó a la Tricolor de luchar en el repechaje por asistir a la cita mundialista.
“La jugada de Pitana” me hizo acordar de un partido que se jugaba en el estadio de Consacá entre un equipo de esta localidad y un equipo sandoneño. El partido estaba empatado a escasos minutos de terminarse y en una jugada cercana a la línea central por el costado oriental de la cancha, el árbitro dio bola a tierra y un jugador consaqueño aplicó el juego limpio a su manera: envió la pelota al área rival y un compañero convirtió el gol del triunfo. No valieron los reclamos como en el partido de anoche.
El fútbol tiene sus propios códigos, más allá del juego: hay que favorecer a los equipos locales y a los equipos grandes, aunque muchos prefieran ocultarlos.
Foto: Revista Semana