“El hombre que amaba los perros” o la parábola del estalinismo

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Desde Nod
Por Alejandro
García Gómez.
pakahuay@gmail.com
Muerto Stalin
(1953), su criminal director de la policía secreta, Beria, y el Comisario de la
II Guerra, Krushev, se disputaron a muerte el poder del imperio bolchevique.
Ganó éste con las mismas armas con las que Stalin (un georgiano, no ruso) le
había ganado de mano Trotski, tras la muerte de Lenin: golpear de primero con
la más baja intriga. Trotski, conductor con Lenin, de la revolución que marcó
el siglo XX, cuando espabiló, ya estaba desterrado del país que había
construido junto con Lenin y con el pueblo ruso, y que duraría setenta años, la
Urss. Y tras once años de errar en el mundo, en 1940 fue eliminado por orden de
Stalin en México. Uno más entre los veinte millones que ordenó ejecutar o que
dejó que “la suerte” los tocara
. Claro que fue el asesinado más célebre de su
locura criminal.

Este es el
aparente leitmotiv de El hombre que amaba los perros (2009) que hoy reseño y
recomiendo ampliamente. Leonardo Padura (1955), su autor, es un cubano a quien
la revolución de su país lo tomó niño, como a los de mi generación. La novela
se sitúa en tres escenarios, cada cual “pisado” por su personaje principal: el
primero, los días, lugares y países por los que erró Trotskiy y su familia
desde el inicio de su destierro. El segundo -y en plano contrapuesto-, el
deambular de su asesino y su familia, el catalán Ramón Mercader. Ambos ligados
por un ideal y un designio fatal. Finalmente el escenario del narrador en la
Cuba de los ochenta con su “esplendor” socialista primero; después con las
consecuencias -con visos trágicos de escasez y hambruna- que generó a los
habitantes comunes y corrientes de la isla, el derrumbe de la Urss en los
noventa
. Obvio, no a sus dirigentes, como tampoco hoy en la Venezuela del
default.
Además de la
innegable maestría narrativa, es destacable la labor investigativa histórica y
la coherencia en la exposición con los hechos novelados
. Contextos geográficos
y personajes de los dos primeros escenarios pueden ser encontrados -hasta con
sus cambios a través del tiempo- en cualquier enciclopedia. Claro, esto último
sólo lo hacemos los enfermos de los detalles de la aventura de leer.
Y ahora aclaro
por qué hablo antes de un “aparente Letmtotiv”. Según Vargas Llosa, a todos los
escritores nos mueve un secreto acto de rebeldía. El narrador –¿el mismo
autor?- no reniega de la Revolución de su pueblo, sino del séquito de quienes
se apoderaron de ella para manipularla y usufructuarla, a nombre de una
ideología que desfiguraron en su propio beneficio
. (Algunos amigos me han
asegurado que ellos jamás habrían logrado culturalmente lo que son, de no haber
sido por la Revolución). En el mismo saco de responsabilidades mete a las
“autoridades culturales” que propendían por una cultura “sinflictiva”
(acrítica), que –con halagos o por la fuerza- doblegó a muchos escritores y
artistas, que apenas hoy, y con temor, empiezan a levantar la cabeza para
señalar los errores y horrores, caso quizá del mismo Padura. No les quedaba
sino la angustia incierta del escape, del ostracismo, hasta de la cárcel o el
sometimiento. Define a su isla como “…un país oscuro y lento, siempre caluroso,
que se desmoronaba todos los días…”.
Pienso que “El
hombre que amaba los perros” es una máscara para denunciar. A veces con furia,
por ejemplo las hambrunas. A veces con ironía: la evasión del obligatorio
servicio civil de las recién graduadas universitarias, utilizando el matrimonio
como pretexto. A veces con dolor y furia, como el trato al “problema”
homosexual. Y así, poco a poco, la novela se convierte en un “Memorial de
agravios” contra la selecta cúpula que gobierna desde 1959, con férula
dictatorial, pero camuflada con visos marxistas y humanitarios
, claro que a
menos de cien millas de E U. Pienso que el muy detallado desarrollo –paso a
paso- de la planeación, organización y ejecución del asesinato de Trotski es
sólo una excusa para decirnos: ¡miren!, con la misma hipocresía y descaro con
que cometieron este asesinato, así nos han mantenido a nosotros, a nombre de
una falsa justicia social. ¡Son los mismos cínicos!

Nota.- el
20.XI.17 Doble W Radio denunció en la mañana unos audios escandalosos de la
alcaldía de B/bermeja, de políticos y hasta del procurador. Luego todo fue
silencio. ¿Qué pasó? 22.XI.2017

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