El problema de las especialidades medica en Colombia

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Por Pablo
Emilio Obando Acosta
peobando@gmail.com
Hace ya algunos
años, concretamente en agosto 23 de 2015 la columnista María Mónica Monsalve
ponía el dedo en la llaga en lo referente a la carencia de especialistas
médicos en Colombia. Su columna publicada en el diario capitalino El Espectador
y titulada “Especialidades médicas: nadie hace nada
– (http://www.elespectador.com/noticias/salud/especialidades-medicas-nadie-hace-nada-articulo-581074) –
sigue vigente y es de mucha actualidad por cuanto lo planteado y denunciado es
cada vez más notorio en el sistema de salud colombiano y, concretamente, en la
calidad de atención médica que recibimos los colombianos. Recomiendo su lectura
para que de una buena vez comencemos a hacer algo para tratar de ponerle freno
a una situación que tarde o temprano nos hace parte del problema.

Hoy en día
acceder a la atención de un especialista medico es casi que imposible en
Colombia. Las esperas son interminables y en muchos casos llegan tarde o bien
la pérdida ya es inevitable
. La concentración de especialistas médicos es
notoria en las grandes ciudades mientras en ciudades pequeñas o intermedias, ni
que decir en los alejados municipios de la geografía colombiana, su ausencia es
total o su presencia mínima. No sé si exista algún estudio que nos permita
conocer el número de pacientes muertos o afectados gravemente por falta de un
especialista médico, lo cierto es que cada vez es mayor el número de
colombianos que ruega por una pronta y efectiva atención sin que ello sea
posible.
Muchos
proyectos de ley que han pretendido combatir la ausencia de especialistas
médicos han quedado en simplemente eso, en proyectos, que luego terminan
olvidados en las oficinas de los congresistas o embolatados en las oficinas
burocráticas de los hospitales o ministerios. Todo indica que acceder a una
especialización medica es un acto que requiere de padrinos políticos,
recomendaciones de altos gerentes y todo un cumulo de requisitos que se hacen
casi que imposibles de cumplir por parte de los interesados
. Lo curioso es que
aún los mismos especialistas médicos empiezan a quejarse pues su presencia en
hospitales y clínicas es requerida permanentemente llevándolos a un estado de
estrés laboral y depresiones. Poco o nada les sirven los altos honorarios que
perciben por cuanto mencionan tener alteradas sus relaciones familiares y una
ausencia total de actividades lúdicas, de ocio o recreativas. De poco o nada
les sirven los 40 o más millones devengados mensualmente por su exclusividad
profesional y cada día es más notoria la deficiente capacidad de concentración
y atención de estos especialistas médicos.
Hay que empezar
a hacer algo y serio. Los diferentes ministerios, los hospitales, la sociedad
civil, las universidades y los gremios médicos tienen que empezar a
pronunciarse seriamente y con vehemencia ante estas anomalías y ausencia de
políticas que le pongan coto a una realidad de nuestro sistema de salud. Hace unos días nada más me mostraba un paciente afectado gravemente de sus riñones como debe
armarse de paciencia ante una cita programada para cinco meses después por
ausencia total de un especialista (urólogo) que le permita conocer su verdadero
estado de salud
. Igualmente pude observar como un paciente gritaba y suplicaba
la presencia de un especialista que ponga fin a su dolor humano; pero nada, la
única respuesta es esperar hasta que exista disponibilidad de un especialista,
cosa casi que imposible por las realidades plantadas y expuestas.
También es
cierto que acceder a un especialista médico se ha vuelto casi que un acto de
lagartearía, pues todo indica que también nos enfrentamos a una especie de
mafia medica que considera que conservar el statu quo en las universidades y
hospitales, con el fin de conservar sus privilegios y altos honorarios, es un
asunto de lobby político que se refleja en la cruda realidad de la salud de los
colombianos. Lo curioso es que existen muchos jóvenes médicos que desean
especializarse y servirle a su gente y su país
, pero que no pueden hacerlo por
la maraña burocrática y por los requisitos casi que inalcanzables que se les
exige; en vez de apoyarlos y motivarlos el sistema de salud y las universidades
los desalientan constantemente impidiéndoles acceso a las especializaciones.
Cada año, a lo sumo, son tres o cuatro cupos por especialidad que ofrece el
sistema educativo y, mientras tanto, estos jóvenes profesionales de la salud
empiezan a entender que es mejor no especializarse y conformarse con un trabajo
estable aunque mal remunerado.

O empezamos a hacer algo al respecto o nos condenamos
a sufrir y padecer enfermedades que por ausencia de tratamiento oportuno
degeneran en situaciones médicas intratables e incontrolables. No hay nada más
grave que el dolor humano producto de una enfermedad, lastimero mirar a cientos
de pacientes en largas listas de espera para ser remitidos y valorados por un
especialista
. Muchos han muerto en esta larga e insufrible espera y muchos más
caeremos en la misma trampa de un régimen que contempla impávido y en
complicidad la carencia de especialistas médicos. Es el momento de empezar a
hacer algo, ahora que todavía nuestros jóvenes no han renunciado a soñar y
desean hacer patria con sus propias manos.

Este es un espacio de opinión destinado a
columnistas, blogueros, comunidades y similares. Las opiniones aquí expresadas
pertenecen exclusivamente a los autores que ocupan los espacios destinados a
este fin por el blog Informativo del Guaico y no reflejan la opinión o posición
de este medio digital.

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