Espectáculo maquillado

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Por: Iván Antonio Jurado Cortés
iajurado@yahoo.com
Para nadie es un secreto que Colombia es uno
de los países más alegres o divertidos del planeta, y esto lo sienten y
extrañan todos los compatriotas que salen al exterior, especialmente a Europa,
donde la vida es estrictamente convencional o cuadriculada. Entre las
excentricidades o Colombianadas se tiene el famoso reinado de la belleza
. Han
pasado muchos años desde que las primeras candidatas al Concurso Nacional de
Belleza desfilaron en la ciudad heroica y hoy, como ayer, el certamen sigue
despertando las mismas pasiones a pesar de las fuertes críticas.

La primera vez que se realizó este evento fue
en el año 1934, aprovechando que Cartagena celebraba su IV centenario de
fundación, siendo coronada en aquella época Yolanda Emiliani Román, quien reinó
durante trece años debido que este reinado se suspendió, consecuencia de la
guerra interna del país. Hasta la década de los setenta, las participantes a
este concurso eran jóvenes caracterizadas por su natural belleza
, luego, con el
pasar de los años y la entrada en vigor de la política neoliberal, la esencia
de la sutil hermosura se fue transformando de tal manera que afectó
directamente el objeto de este certamen.
Y como muchos lo argumentan, el neoliberalismo
no solo rompe la cultura y el folclore sino que permea la mente del ser humano,
conllevando a la persona a olvidar su origen e introduciéndola a vivir un mundo
irreal y dañino a sus propios intereses
. Ya en los ochenta, los reinados de
belleza se tornaron de gran trascendencia nacional, incluso internacional; la
mafia, políticos, empresarios nacionales y extranjeros entran a participar
activamente de este evento. Es en este momento cuando un simple concurso se
vuelve altamente competitivo hasta llegar a emplear acciones deshonestas y
delincuenciales.
Pero las cosas no paran ahí, las intenciones
malhechoras profundizan hasta el punto de obligar a muchas participantes a
pasar por el quirófano con el propósito de amoldar su cuerpo a las exigencias
de un jurado enfocado en evaluar y calificar una estética corporal delineada
milimétricamente, solo para complacer ojos devoradores, reflejo del signo
pesos, ‘tetas y paraíso’
. La silicona juega un gran papel en la tonificación de
glúteos, bustos, piernas y otras partes de la humanidad femenina, transformando
una sensual y natural belleza en un espectáculo maquillado, tributo de antojos
mezquinos y perversos propios de la globalización económica.
Actualmente la verdadera belleza entra a
concurso paralelo al oficial con el nombre de “Reinado Popular”, evento propio
de las niñas de escasos recursos, sin silicona ni padrinos; algo para aparentar
a nivel internacional que en este país somos ecuánimes hasta en la ‘lindura’.
El Concurso Nacional de Belleza no es más que un desfile de jóvenes ricas con
afán de ganar popularidad a costa de lo que fuese
.
Es la élite colombiana quien tiene la
oportunidad de participar de este despampanante show con el despilfarro de
miles de millones y en los mejores clubes de la ciudad costeña, show que ningún
ciudadano de la verdadera Cartagena puede disfrutar. Solo en un acto social
hipócrita, las ‘beldades’ suelen hacer un recorrido por los barrios populares
de la ciudad
, esto con el fin de que conozcan el calor de los humildes
televidentes ‘comen uñas’ por causa de un espectáculo que nunca les ha
pertenecido.
La pregunta es: ¿Quién dijo que la verdadera
belleza femenina se mide en 60-90-60? Será que la globalización del mercado
exige estas medidas? O habrá que modificar el cigoto para que produzca féminas
a gusto mercantil? La verdadera belleza no tiene medida, ni mucho menos se
ofrece al mercado
. Equivocadamente hoy se denomina “Concurso Nacional de la
Belleza”. Ironía de la vida…
Domingo, noviembre 18 de 2012
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