Para miles de familias del sur de Colombia, la Navidad tiene un sonido inconfundible. Cada diciembre, mientras se arma el pesebre y la familia se reúne, una música llena los hogares y anuncia que la fiesta ha comenzado. Son los villancicos interpretados por las hermanas Garavito, cuyas voces se convirtieron, por generaciones, en la banda sonora de la Navidad.

Sin embargo, detrás de esas melodías que millones de personas cantan de memoria, hay un nombre poco conocido: Jeremías Quintero, uno de los compositores más prolíficos e influyentes de la música popular colombiana.

Jeremías Quintero nació en Barbacoas, Nariño, el 16 de diciembre de 1884, una fecha que parece anticipar su destino como creador de villancicos. Su inspiración no surgió de academias musicales, sino de la tradición oral: los cantos y nanas de las mujeres afrodescendientes a orillas del río Telembí marcaron profundamente su sensibilidad artística.

Su talento se manifestó desde muy temprana edad. A los 10 años ya integraba la banda municipal y, con el paso del tiempo, desarrolló una obra musical de dimensiones extraordinarias. Se le atribuye la composición de más de 3.000 villancicos, además de valses, pasillos, danzas, tangos y pasodobles, lo que demuestra una creatividad amplia y versátil.

Quintero no solo destacó en la música. Paralelamente, tuvo una activa vida pública y política: fue presidente de la Asamblea Departamental de Nariño, representante a la Cámara y secretario del gobernador del departamento. También dirigió musicalmente la primera Navidad transmitida por la televisión colombiana.

A pesar de su enorme legado, su nombre no alcanzó la misma popularidad que sus canciones. Millones de personas siguen cantando sus villancicos cada diciembre sin conocer al autor que dio forma a una de las tradiciones más arraigadas del país.

Jeremías Quintero murió en Bogotá en 1964, dejando un patrimonio cultural inmenso. Su historia invita a reflexionar sobre los muchos creadores anónimos cuyas obras hacen parte de la vida, la memoria y las tradiciones de Colombia, aunque sus nombres permanezcan en el olvido.

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