Jesús: ¿un simple mito? Navidad y paganismo

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Por Pablo
Emilio Obando A.
peobando@gmail.com
¿Quién No
recuerda su niñez y en ella la bella época de la navidad? Los villancicos, las
novenas, la torta y el confite; los exquisitos platos hechos por mamá y, por
supuesto, el pesebre navideño. Días de magia y de fiesta, muñecos de nieve que
en realidad nunca conocimos pero que eran la delicia de nuestros juegos
infantiles. Chozas y pastores, estrellas y reyes, caminos construidos con
helechos y aserrín
; lagos de cisnes blancos en aguas de cristal, montañas y
soles de verde atardecer junto a copos de nieve detenidos en la infinidad de un
cielo iluminado.

Esta imagen de
la navidad contrasta con los estudios realizados por destacados escritores y
periodistas como Juan Arias, autor del libro “Jesús, ese gran desconocido”
editado por el mismo autor en el año 2001
. Arias se cuestiona si Jesús fue el
producto de la combinación de varios pensamientos y culturas que dieron como resultado
a un nuevo personaje que colmó las expectativas de unos pueblos en su anhelo de
la llegada de un Mesías que acabe su dolor o su esclavitud, física y
espiritual. Algunos defensores de la teoría mesiánica, como Albert Churchward y
Joseph Welles, sostienen que se trató de incorporar al personaje de Jesús –que
no habría existido realmente- elementos de otros dioses o personajes religiosos
mitológicos de siglos anteriores a él.
Para estos
autores “existen unas coincidencias interesantes entre el Jesús presentado por
los cristianos y los personajes y dioses anteriores, como Horus, de Egipto;
Mitra, de Persia, y Krishna, de la India
. Todos nacen de una madre virgen.
Horus y Mitra nacen también el 25 de diciembre. Todos hicieron milagros; todos
tuvieron doce discípulos, que serían los doce signos del zodiaco; todos
resucitaron y subieron al cielo después de su muerte. Horus y Mitra fueron
llamados Mesías, redentores e Hijos de Dios. Y Krishna fue considerado la
Segunda Persona de la Santísima Trinidad y fue perseguido por un tirano que
mata a miles de niños inocentes. Además, Krishna también se había
transfigurado, como Jesús, ante los tres apóstoles predilectos, fue crucificado
y ascendió a los cielos. Exactamente como el profeta de Nazaret. ¿Caben mayores
coincidencias?, se preguntan”. Evidentemente que no. Son “coincidencias” tan
sospechosas que aún sin proponérselo demuestran una extraña mezcla de dioses y
de mitos que de alguna forma terminaron conformando a un nuevo dios que
explicaría, de alguna manera, las extrañas predicciones de unos profetas
hebreos y musulmanes.
Igualmente es
extrañamente sospechoso que a Jesús se le hiciera nacer justamente un 25 de
diciembre, fecha considerada desde la más remota antigüedad una noche sacra por
ser el periodo del nacimiento del Sol
. Por eso a los dioses de las antiguas
mitologías se les hacía nacer el 25 de diciembre, “así ocurría con el dios
Marduk, dios babilonio de origen sumerio, cuyo nombre significa Ternero del
Sol”. Igual hecho aconteció con la divinidad Mitra, la deidad taurica parida
por una piedra, sobre cuyo templo se levantó el Vaticano”.
Para Jorge
Blaschke, autor de numerosos libros sobre Jesús, “La celebración de la navidad
el 25 de diciembre es la adaptación de una fiesta pagana o la transpolación de
la fecha de nacimiento de antiguos dioses míticos
”. Referente a los hechos
fantásticos que rodean al nacimiento de Jesús en una gruta o cueva rodeado de
seres fantásticos y enigmáticos, expresa: “El resto de los acontecimientos más
bien parecen sacados de los hechos de los grandes héroes, gran dosis de
fantasía y motivos legendarios que incluyen ángeles, estrellas guías, escenas
de matanzas de niños y nacimientos virginales que aparecen en otras culturas…”.
En el
diccionario de Mitos y Leyendas, producción del Equipo NAYA, encontramos unos
datos a todas luces interesantes y de irrefutable prueba argumental. Leyéndolos
podemos contemplar la inocencia de nuestros pensamientos respecto al escenario
donde, supuestamente, nació Jesús y que son algo más que tentativas humanas por
explicar lo inexplicable o por fomentar desde la más tierna edad el cariño, la
adoración y la veneración por una figura que respondió en sus momentos a
ciertas necesidades históricas
pero que no revelan las expectativas humanas de
nuestra época, a pesar de la aparente y supuesta aceptación por parte de
grandes conglomerados de una doctrina basada en mitos, fantasías y leyendas. En
este documento encontramos: “Era evidente que en diciembre y enero se daban –y
se dan- las temperaturas más bajas (hasta 0,1 bajo cero, en grados Celsius) y
las precipitaciones más altas (hasta 187 milímetros), de tal manera que
resultaba imposible que los pastores durmieran a cielo descubierto mientras
cuidaban el ganado, según escribió San Lucas -médico sirio convertido al
cristianismo muchos años después de la “desaparición” de Jesús- , pues durante
ésta época, incluido febrero, hombres y ganado pernoctaban bajo techo. Era
entonces absurdo que el censo poblacional –decretado por Quirino, gobernador de
Siria- se llevara a cabo durante estas fechas, en medio del frío, la lluvia, y
los caminos anegados y resbaladizos que harían imposible el desplazamiento de
los miles de peregrinos que se dirigían a sus lugares de origen, como es el
caso de José y María”.
Un dato que puede
resultar interesante es que únicamente en el año 334 el Papa Julio I dictaminó
que Jesús había nacido el 25 de diciembre
. No era, como podría creerse, una
fecha escogida al azar por cuanto dicha fecha coincidía con las festividades
que se realizaban en muchos pueblos durante el solsticio de invierno: las
ceremonias vikingas en honor de Odín, las Saturnalias romanas, el nacimiento
del dios Indoiraní Mitra, etc. De ahí que el nacimiento de Jesús El Cristo haya
sido fácilmente asimilado al retorno del sol, al regreso de la luz.
Al rito pagano
del nacimiento del sol y su transformación en el nacimiento de Jesús se le
fueron incorporando muchos elementos externos
y propios de otras culturas, tal
el caso del árbol al que muchos pueblos le rendían culto por considerarlo
sagrado por distintos motivos, “el más común, desde Grecia hasta Noruega era el
roble, pero con el devenir del cristianismo se cambió al inconmovible roble por
el abeto pues, según los misioneros, la forma triangular de la enramada
correspondía al Padre, el Hijo y el Espíritu santo. Este tres mágico caló muy
bien en todas partes ya que era un numero venerado por muchos pueblos miles de
años antes de la “venida” de Jesús, y de esta manera bastante singular se
impuso el abeto y con el correr de los siglos el pino”.
Igual análisis
podemos hacer de Papá Noel, los Reyes Magos, los animales que “rodearon” a
Jesús en su nacimiento en una cueva –hecho que solo se encuentra en los
Evangelios Apócrifos- y que responden, como hemos dicho, a formas de educación
primitivas que obedecieron a ciertos momentos de la historia humana, enmarcados
por un deseo vehemente de simbolizar sus esperanzas, deseos, frustraciones y
anhelos
.
Seguramente que
la Navidad es un tiempo de amor, una época donde todo lo grato se hace realidad.
Una festividad donde se conjuga lo divino y lo pagano, lo humano y lo
celestial… época donde las caras miserables de los desvalidos atiborran las
vitrinas de los grandes almacenes y donde las sonrisas son sacadas a la fuerza
por la concurrencia de señuelos que prenden y apagan con el fin de encender
nuestra imaginación y de abrir nuestros bolsillos a las grandes multinacionales
que por estos días inundan nuestra mente con productos hermosamente inútiles
que se guardarán en armarios a la espera de otro nuevo despertar de la
esperanza decembrina
.
Seguiremos
mirando hacia lo alto, contemplando los miles de espejismos que como luces de
neón se elevan en nuestro cerebro; seguiremos maravillados de la ciencia que
tiene el don de extasiarnos con sus alucinaciones y sus locuras navideñas. Pero
más allá de esos anhelos seguiremos esperando vanamente la aparición de un
Redentor que nos redima y nos haga hermanos entre hermanos…
Tenderemos una y
mil veces nuestra mano para pretender alcanzar esa lejana estrella de la
fraternidad humana que como copo de nieve se deshace en nuestros corazones.
¡!Navidad¡¡
bella época de amor para los miles de niños latinoamericanos que mueren
inexorablemente en nuestras calles, Cristos vivos del capitalismo que con
clavos salvajes de indiferencia son crucificados diariamente
. Niños cuyo único
delito es no conocer unas leyes de mercado y que son confinados a una muerte
silenciosa en nombre de Dios para gloria de Cristo.
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