El despertador del sur
Por: Jorge Arturo Bravo
despertadordelsur@hotmail.com
Excelente la propuesta del señor alcalde doctor Nicolás Toro Muñoz, de fomentar y promulgar en su gobierno, la puesta en práctica, en todas y cada una de nuestras actividades, comenzando por los dueños de casa, “La Cultura Ciudadana”, “no más funcionarios mal educados en las diferentes dependencias de la alcaldía de Pasto” y de hecho, en los habitantes de este nuestro querido municipio.
La “Cultura Ciudadana” si la aplicamos todos, desde los bancos escolares, desde el más humilde hasta el más encopetado, podemos volver a ser los pastusos del ayer, sinceros, respetuosos, honestos, trabajadores, solidarios, respetuosos con la familia y con el medio ambiente, “sin permitir que el diablo se meta en el bolsillo”, nos daremos por bien servidos antes que contar con grandes obras de cemento.
Sin embargo, hacer “Cultura Ciudadana” en nuestro medio, será una tarea supremamente difícil pero no imposible, si todos, desde ahora, ponemos nuestro granito de mostaza, no de arena, estamos “hartos” de los granitos de arena, empezando por lo más sencillo, no arrojando los papeles al piso, por ejemplo; cediendo el puesto en el bus, el paso en el andén, saludando a nuestros amigos y conocidos con amabilidad; respetando las normas de tránsito, respetando y defendiendo los derechos humanos, etc., solo así nos llevará a ser los buenos ciudadanos que necesitamos y que lamentablemente hoy no los tenemos y si los hay, son muy pocos.
Empecemos, pues, desde ya, en los bancos escolares, con nuestros estudiantes, desde los chiquitines de preescolar hasta los jovencitos del grado once, con nuestros hijos, vecinos y compañeros de trabajo.
Pero ¡ojo! Maestros, no se asusten, pues no pretendemos que se dediquen a enseñar valores, pues todos sabemos que los valores no se enseñan, se inculcan, estos vienen desde casa, nos corresponde entonces inculcarlos, con el ejemplo que el maestro y que todos podamos dar.
Comencemos por dejar de sentirnos orgullosos de ser pastusos “vivos” que a la menor oportunidad engañamos, al amigo, al compañero, al alumno, a la vecina de la tienda, incluso a nuestros hijos y aun a nosotros mismos.