La insurrección indígena de Guaitarilla y Tuquerres

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Monumento a Francisca Aucú 
y Manuela Cumbal
en el parque de Guaitarilla

Por Enrique Herrera Enríquez.

Facebook: enrique.herreraenriquez
Integrante de la Academia Nariñense de Historia
El 18 y 20 de mayo del año 1800, la región de
la comunidad indígena de Los Pastos se vio altamente convulsionada con los
episodios del día domingo 18 de mayo en Guaitarilla y los del 20 de mayo en
Túquerres
.
Una nueva tributación trató de implantarse y el pueblo en general
lanzó su protesta contra los promotores entre quienes estaban comprometidos los
curas párrocos del sector que acolitaban las nuevas medidas de Francisco
Rodríguez Clavijo, corregidor de la Provincia, donde se incluían los diezmos
que se pagaban a su favor.
Es entonces, el tema a tratar, como un sincero
homenaje a estos pueblos de Los Pastos con Guaitarilla y Túquerres a la cabeza.
El comentario, el rumor de una nueva
tributación sobre el pueblo de Los Pastos iba cada día tomando más fuerza. Se
sabía y era aceptado que únicamente se pagaba impuesto, entre ellos el diezmo,
por ganados bovinos y ovinos y de frutos de la tierra como el maíz, papa y
trigo. Tales tributos, dice la historia, se pagaba con gusto, sin protesta
alguna
. Pero, ahora: los rumores, los comentarios, el chisme de casa en casa,
crecían cuando se supo que hubo una reunión para tomar de común acuerdo la
nueva disposición por parte de los curas de la región y los hermanos Francisco
y Atanasio Rodríguez Clavijo, el primero de los cuales ejercía el cargo de
Corregidor de la Provincia de Los Pastos con sede administrativa en Túquerres.

La población de Guaitarilla, en aquella mañana
del domingo 18 de mayo de 1800, estaba expectante. Esperaban la celebración del
santo ritual de la misa para escuchar no únicamente como se dice la palabra de
Dios sino que clase de planteamientos tenía el cura párroco, respecto a la
nueva tributación. La capilla o templo de aquel entonces estaba a reventar, no
le cabía una persona más
y en tal razón la gente se aglomeraba a la entrada
esperando escuchar la voz del cura anunciando la novedad con la nueva carga
tributaria.

El cura, de acuerdo a José Rafael Sañudo era
Bernardo Eraso, otros dicen que llamaba Fray Jacinto Rivadeneira, inicio el
ritual de la misa como si nada iría a pasar. Durante el sermón habitual, trajo
a referencia pasajes bíblicos donde el pueblo tiene que de manera sumisa
aceptar doblegadamente cuanto provenga de la autoridad
, porque esta proviene de
Dios, esa es su voluntad y se debe aceptar sin protesta alguna. Refirió que la
corona española estaba pasando por grandes problemas económicos provenientes de
la guerra con Inglaterra, ante lo cual se tenía que imponer nuevos tributos y
ampliar el pago del diezmo a otros productos diferentes al maíz, el trigo y la
papa como se venía haciendo, teniendo entonces que hacerlo ahora con las
verduras, hortalizas y otros vegetales; respecto a los animales no únicamente
se seguirán pagando lo pertinente a ganados bovinos y ovinos, sino que ahora se
incrementaría con el pago por la cría y tenencia de cuyes, marranos y aves de
corral.
Un ¡No! ¡No! ¡No!, rotundo se escuchó al
unísono
. Las varas de madera que tenían algunos en su mano comenzaron a golpear
el suelo en tanto la otra mano la levantan con el puño crispado, cerrado, en
protesta ante las insolentes y desvergonzantes palabras del cura. Éste trata de
apaciguar los ánimos exigiendo a gritos se guarde compostura y total silencio
en el recinto. Dos mujeres indígenas, de apariencia campesina, Francisca Aucú y
Manuela Cumbal, salen entre la gente que protesta y van en dirección donde se
encuentra el sacerdote, quitan de sus manos el pliego de nuevos tributos
, y
volteándose a hacia la gente, rompen con energía el documento, lo pisotean y
gritando su protesta se lanzan a la calle cuando una voz anónima invita a
caminar hacia Túquerres en busca de los hermanos Rodríguez Clavijo,
responsables de la nueva tributación.
El pueblo en general de Guaitarilla se
alborota. Gritos de protesta se escucha por todas partes y todos están de
acuerdo en marchar hacia Túguerres, sede habitual de los Rodríguez Clavijo.
¡Abajo el mal gobierno! ¡Mueran los Clavijo! ¡Mueran los ladrones!
Una mujer
del pueblo se quejaba ante sus demás compañeras, diciendo que lo único que
falta es que se graven con impuestos a los hijos. Las campanas del templo
sonaba a rebato y los indígenas hacían sonar sus churos y los antiguos tambores
de guerra. Un líder se proyectó en aquellos momentos de gran incertidumbre:
¡Lorenzo Piscal!, quien al frente de la marcha tocaba su tambor incitando a
continuar su camino
.
El pueblo en general de Guaitarilla se ha
tomado las calles en protesta por el anuncio que pretendió hacer el cura
párroco de la nueva tributación, donde hasta por los prolíferos cuyes se tendrían
que pagar un nuevo impuesto. Al grito de ¡Abajo la autoridad! ¡No más
impuestos! ¡Mueran los ladrones Clavijo! La gente toma la determinación de
marchar hacia Túquerres
donde se encontraban los hermanos Francisco y Atanasio
Rodríguez Clavijo, responsables de la nueva tributación.

Veremos a continuación cual fue la actitud de
la gente de Túquerres, Guaitarilla, Chaitán, Sapuyes, Imués y demás sectores
circunvecinos, frente a impedir el cura la presencia de los Clavijo ante la
dirección indígena, puesto que los había ocultado en el interior del templo
para protegerlos de la rebeldía del pueblo.
El acontecimiento de Guaitarilla se regó como
pólvora encendida, llegando el comentario hasta Chaitán, Imués, Sapuyes y
lugares circunvecinos que fueron engrosando la marcha de inconformidad
. En
Túquerres, el cura Ramón Ordoñez de Lara, cómplice de “Los Clavijo”, como
solían decir a los hermanos Francisco y Atanasio Rodríguez Clavijo por el
despotismo y autoritarismo que ejercían, trata en principio de detener la marcha
organizando una procesión con la imagen de la virgen de La Concepción y
llevando él en sus manos la custodia, sin lograrlo al ser atropellado por la
muchedumbre que inclusive estuvo a punto de hacer caer la imagen de la virgen y
quitarle la custodia. Llegados a Túquerres, la protesta era general, se
incendia los estancos de aguardiente, se toma la casa de los Clavijo, se
apoderan de las armas y la pólvora
.
El cura, sin saber qué hacer para proteger a
los Clavijo, los lleva al interior del templo, se pone a caminar de un lado
para otro en el atrio, esperando persuadir con su presencia la no agresión de
sus protegidos. La gente desde un principio exige la salida de éstos del
templo, quieren que ante todo Francisco Rodríguez Clavijo haga entrega del documento
original donde estaba plasmado el requerimiento de la nueva tributación para
romperlo. Julián Carlosama y Ramón Cucas Remo, encabezan el movimiento al lado
de Lorenzo Piscal. Son tres personalidades que están al frente de la protesta
que ya lleva dos largos días en la ciudad sabanera. El 20 de mayo de 1800, los
insurrectos no aguardan más y proceden a penetrar al interior del templo para
sacar a como dé lugar a los Clavijo
; éstos, temerosos de la reacción popular
por la arbitraria medida fiscal que trataron de imponer, se habían escondido
entre los nichos de las imágenes del templo, de donde son bajados y sacados a
lanzazos y pedradas. Sus cadáveres fueron rematados a garrotazos, pisoteados y
sacados fuera del recinto hasta ponerlos al escarnio público en mitad de la
plaza mayor de Túquerres.
Tuquerres. Foto radiodeluz

Francisco y Atanasio Rodríguez Clavijo,
recibieron el castigo del pueblo ante tanta maldad que habían hecho en su
contra. Rafael Martín, el otro de los hermanos Rodríguez Clavijo, logra escapar
disfrazado de mujer. Al día siguiente, calmados los ánimos, son sepultados los
cadáveres de Francisco y Atanasio en el mismo templo. Tres días de zozobra e
incertidumbre había vivido la población de Los Pastos. La región estaba
inquieta, dolida por la forma como los curas trataron de proteger a los
opresores
, primero prestándose a leer en plena misa el requerimiento de nuevos
tributos y luego ocultando en el interior del templo a dichos personajes. Toda
la gente sabía de las andanzas criminales con que actuaban los Clavijo aprovechándose
de la investidura de autoridad que tenía Francisco, el corregidor de la
Provincia de Los Pastos, de la cual sacaba buen provecho en compañía de sus
hermanos, en especial Atanasio a quien también se había ejecutado.

Por qué un movimiento de la trascendencia de
Guaitarilla y Túquerres en 1800, luego de tres días en que se manejó la
situación en un todo a su favor, los dirigentes no pudieron continuar con sus
propósitos de implantar una nueva autoridad, se presenta como hipótesis: que su
objetivo era dar con los hermanos Rodríguez Clavijo, lográndolo, dando así
cumplimiento a su misión; para explicar de dónde acá 20 días después de los
sucesos, “hicieron decir varias misas, a La Virgen de Las Lajas y al crucifijo
de Sapuyes y ese día pagaron al cura de Tuquerres un novenario a la Inmaculada
para obtener un resultado favorable…”, según dice el historiador José Rafael
Sañudo, viene a consideración de parte nuestra, la presencia de un particular
suceso de carácter telúrico o volcánico si se tiene en cuenta que por aquel
entonces la reactivación de los volcanes de la región andina se encontraba
activa y en tal razón nada extraño sería que se hubiese presentado un temblor,
una erupción, propios de la reactivación volcánica, que fue aprovechado
entonces, por parte de los curas de la época, para implantar el miedo, el
terror como castigo divino por haber profanado tanto el templo de Guaitarilla

con la protesta de las dos mujeres indígenas: Francisca Aucú y Manuela Cumbal;
y el sacrificio en el interior del templo de Túquerres de los hermanos
Francisco y Atanasio Rodríguez Clavijo.
Un caso similar, recordemos, sucedió con el
terremoto de Caracas que tiene ocurrencia el jueves santo 12 de marzo de 1812,
cuando los curas inculparon del fenómeno natural a los insurgentes
que estaban
buscando la independencia de España, es entonces cuando Simón Bolívar pronuncia
aquella frase célebre: “Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y
haremos que nos obedezca”, existe sin embargo historiadores que manifiesta que
la frase fue mucho más allá cuando no solo Bolívar habla de la naturaleza sino
del mismo Dios, situación que de manera indudable tuvo que haber repercutido
entre los creyentes caraqueños.

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1 thought on “La insurrección indígena de Guaitarilla y Tuquerres

  1. este es un claro ejemplo del dominio de los que tienen el poder soberano el pueblo y como dice Gaitan el pueblo es superior a sus dirigentes y a caso en la actualidad no esta ocurriendo algo similar con tanto impuesto el combustible y el gas uno de los mas caros del mundo y el estado no esta vendiendo nuestra riqueza a las multinacionales la única manera de librarnos de este yugo es la lucha y desgraciadamente tiene que haber sangre para que se de un cambio que se trasmita en mejor nivel de vida para los colombianos por que los partidos tradicionales no garantizan nada el futuro de colombina esta en cuba

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