Nariño clama por una pronta y definitiva solución vial

Pablo Emilio Obando, columnista
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Por Pablo Emilio Obando Acosta
peobando@gmail.com

Una vez más, el departamento de Nariño se encuentra bloqueado por el deslizamiento de una montaña sobre la única vía que lo conecta con el país. El intenso invierno nos ha jugado una mala jugada afectando su precaria economía. Cada nada vivimos la espantosa tragedia de afrontar las graves consecuencias de un taponamiento vial. Cuando no son las protestas de alguna comunidad, son los efectos de un invierno que desata toneladas de tierra y piedra sobre la destarlalada panamericana que oficia como un camino de herradura por el cual se mueve nuestra convaleciente economía.

Más allá de los partidos políticos, de las corrientes ideológicas o de los caudillos que perpetuamente nos ofrecen soluciones mágicas, los nariñenses debemos juntarnos en torno al propósito común de una solución definitiva para nuestro eterno problema de la existencia de unas vías obsoletas, peligrosas y deterioradas.

O nos unimos y protestamos con el valor cívico que siempre nos ha caracterizado o bajamos una vez más la cerviz para aceptar sumisamente la tragedia de un destino condenado hasta por la naturaleza. Recordemos que el trazado de nuestra panamericana se hizo casi que en contravía de las normas técnicas, que atraviesa sectores de clara incidencia y presencia de fallas geológicas que ante la presencia de las lluvias se deshacen como un dulce de algodón.

Nos falta a los nariñenses, coraje, valor cívico y dignidad a la hora de exigir nuestros más claros derechos. Lo hemos expresado en reiteradas ocasiones sin que nuestras fuerzas vivas procedan con el decoro que la situación amerita. Y no es problema de ahora, ni de este gobierno, es un asunto que nos obliga a repensarnos como nariñenses.

Ya miraremos el acaparamiento y reventa de combustibles, cierre de empresas, quiebra de sectores tan importantes como el lechero y el agrícola. Afectaciones en la construcción y anuncio de crisis en nuestra maltrecha economía.

La solución está en nuestras manos y en la expresión de dignidad de un pueblo maltrecho y golpeado en sus mismos cimientos. Es hora de expresar con tono enérgico que nos cansamos de ser la cenicienta del cuento y que Colombia debe asumir de una vez por todas la responsabilidad de conectar el Sur con una red vial digna y a la altura de nuestra propia historia.


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