Para violar es peor ser rico que pobre

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Por María José
Marroquín
Editora
Fucsia.co
Tomado de
El caso sobre
la violación y asesinato de una niña de 7 años a manos de un miembro de la
clase alta bogotana deja al descubierto lo que es realmente escalofriante de
esta historia: los roles los manda la posición social
.

Bienvenidos de
vuelta al ruedo. No hemos terminado de digerir la terrible tragedia del avión
que cobró la vida de los miembros del equipo brasileño Chapecoense cuando las
primeras páginas de los principales medios del país ya nos tienen listo el
siguiente golpe para encogernos el corazón
.
Hoy nos
enteramos de que Yuliana Andrea Sambony, menor de 7 años fue raptada de su casa
en el barrio Bosque Calderón y encontrada brutalmente asesinada y con señales
de violencia sexual en un elegante
apartamento de Bogotá
.
También nos
enteramos de que todo apunta a que el asesino y violador es un prestante
arquitecto de la alta sociedad bogotana.
Escandaloso,
espantoso, inhumano, increíble.
Pero, sin
darnos cuenta, nos estamos enterando también de cómo cubrimos las noticias en
este país y cómo las víctimas y los victimarios cobran su debida importancia
y
papel en nuestro inconsciente colectivo según su  posición socio económica.
Leyendo lo que
se ha escrito sobre el crimen hasta el momento, me pregunto: Honestamente, ¿a
quién le importa que Rafael Uribe Noguera sea del Gimnasio Moderno y haya
estudiado en la Universidad Javeriana?
 
¿A quién que sea un reconocido arquitecto de una firma de nombres
extranjeros? ¿A quién diablos que su hermano trabaje en un muy prestante y
rolísimo bufete de abogados?
Y la respuesta,
tristemente, es muy simple: a nosotros.
A nosotros:
usted y yo y muchas de las otras personas que han leído la noticia y la han
convertido en un trending topic. El morbo que nos produce saber que una persona
“divinamente” pueda hacer algo como eso y peor aún, que lo estén exponiendo
públicamente es tan grande que perdemos totalmente la perspectiva de lo que
aquí sucedió
.
Una niña de 7
años ha sido privada de su vida, probablemente en unas condiciones tan
traumáticas que nos duele simplemente imaginarlas
y sin embargo el protagonista
parece ser el asesino.
Que si tenía
problemas con drogas, que si ya había
tenido este tipo de episodios
, que cómo es posible que tan divinamente y todo
haya hecho algo así, que pónganse de acuerdo en si vivía en el Chicó o en
Chapinero Alto.
¿Y Yuliana
Andrea?
Yuliana Andrea que
llegó del Cauca hace 4 meses, que vivía en un barrio humilde de donde este
señor se sintió con el derecho de raptarla, ¿dónde queda ella?
¿Dónde queda
hablar de cómo resulta más fácil en la cabeza de alguien ir por una niña de
escasos recursos pues probablemente sea menos grave?
Si hubiera sido
una niña rica, nos estarían contando su historia
, sus apellidos, nos hubieran
hablado de su colegio, de lo inteligente que era, de la historia de sus papás y
de cómo ella llegó a alegrarles la vida.
Pero no, Yuliana
Andrea parece estar en un segundo plano en toda esta historia
mientras que el
spotlight se lo llevan un par de apellidos y un enfermo más con cierta posición
social.
Lo realmente
importante, que el abuso y maltrato infantil es algo que no conoce estrato ni
apellidos; que hay algo realmente enfermo en nuestra sociedad para que una niña
o cualquier mujer tenga que sufrir eso independientemente de dónde haya
nacido
, parece que esto, como Yuliana
Andrea, pasará una vez más a un segundo plano.
Este es un espacio de opinión destinado a
columnistas, blogueros, comunidades y similares. Las opiniones aquí expresadas
pertenecen exclusivamente a los autores que ocupan los espacios destinados a
este fin por el blog Informativo del Guaico y no reflejan la opinión o posición
de este medio digital.

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