Pasto se prepara para vivir un Carnaval sin talco

Aníbal Arévalo Rosero, columnista
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Por Aníbal Arévalo Rosero
nautilus2222@gmail.com

Un grupo de ciudadanos que amamos el Carnaval, y con gran sentido de pertenencia por nuestras tradiciones, les estamos proponiendo de manera respetuosa que dialoguemos sobre el uso de ciertas sustancias como el talco. Para algunos puede ser muy divertido y les gusta jugar con este polvo, pero es importante que evaluemos cómo se han presentado algunos cambios en esta costumbre que en tiempos pretéritos se hizo de manera respetuosa y con el permiso de las personas que se sometían al disfrute.

Pero resulta que en Pasto viene haciendo carrera una frase que se la menciona hasta en canciones: “si no le gusta, entonces para qué sale”. El artículo 24 de la Constitución Política de Colombia dice que todo ciudadano tiene derecho a la locomoción por las vías y el espacio público, a entrar y salir del territorio colombiano. De aquí se deduce que las personas podemos transitar libremente por el espacio público urbano, sin que nada nos impida. Lo que quiere decir que quienes se sometan al juego, es porque lo han pactado, como lo pactan dos equipos de futbol.

Décadas anteriores, se pedía permiso para echarle talco perfumado en la cabeza, sea con la polvera o con un envase de plástico. Pero no se jugaba de manera violenta, como se lo está haciendo ahora, que involucra a Sansón y los que no son. La Constitución me garantiza que me puedo movilizar al hospital porque me siento enfermo, acudir al supermercado a abastecerme de alimentos, ir a la farmacia porque mi calidad de vida depende de un medicamento, asistir al culto religioso de mi preferencia, así sea que salga a tomar sol a mi balcón, sin que nada ni nadie me lo impida.

Nacimos libres y ejercemos la soberanía desde que adquirimos uso de razón, pero que alguien me agreda con una sustancia en la calle, ya empieza a coartar mi libertad. Lo ideal es que jueguen entre los que salieron con ese propósito de divertirse. Pero que un desconocido le arroje una bocanada de talco mineral en los ojos, es una flagrante agresión.

Estamos convencidos, y lo ratifican en cualquier parte del mundo que nuestro Carnaval es de los más hermosos del orbe, pero la degeneración en el juego nos impide ver, y es el motivo que nos lleva a las calles: el arte escultórico de unos maestros que heredaron de generación en generación unos saberes que son propios de nuestra región; ese Nariño amado que cultiva en los corazones los saberes de una tradición.

No quisiéramos pensar que estamos entregando lo más por lo menos: el trabajo juicioso de los maestros del Carnaval es lo más importante, así la tradición nos diga que el juego es parte del patrimonio. No somos enemigos de nadie, ni somos viejos aburridos. Solo que el factor convivencia se está viendo afectado. Se está afectando el ambiente natural, la salud humana y animal. Estamos afectando de manera desconsiderada una fuente de agua como lo es el río Pasto, que de río es mucho nombre porque lo hemos convertido en una fétida cloaca.

Quisiéramos encontrar el lenguaje apropiado para convencer a nuestros vecinos pastusos que podemos cambiar costumbres malsanas por un juego en familia. Finalmente, a todos nos gusta el juego. Pero que ese juego no se convierta en agresión. Que nativos y visitantes seamos una sola familia. Les pedimos que avancemos en convivencia y que pongamos en acción los tan mencionados valores de los que a veces se nos olvida la práctica.

Hemos hecho foros, hemos hablado con el alcalde, con los concejales, nos han invitado a la radio y todos los espacios posibles para que analicemos la posibilidad de que le pongamos fin al uso del nocivo talco, porque primero estamos los seres humanos con nuestros derechos. Porque nuestros maestros artesanos se merecen todos los aplausos, pero hay algo que nos impide ver tan monumentales carrozas, los disfraces, los que recorren la senda en zancos o ataviados de colores, los músicos que alegran los sentimientos… este algo es el talco en los ojos.

Les invitamos para que entre todos hagamos un carnaval ambientalmente sostenible.


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