
Por Pablo Emilio Obando Acosta
peobando@gmail.com
De acuerdo a resultados y calificaciones de carácter nacional, las instituciones educativas de Nariño no se encuentran ni siquiera entre las doscientas mejores de Colombia. Las razones son muchas, me permito exponer algunas que considero importantes.
Los maestros de nuestro departamento se destacan por su alta cualificación académica. La gran mayoría han obtenido títulos de postgrado, especialización y doctorado. Es una nómina envidiable y de considerable preparación. Eso nadie lo discute.
El problema radica en que a la hora de ejercer su profesión se encuentran con unas condiciones deplorables y vergonzosas. Deben afrontar una multiplicidad de problemas relacionados con falta de dotación, actualización y sistematización. Falla la conectividad, no se cuenta con herramientas pedagógicas modernas y a duras penas se ha dado el salto de la tiza y el tablero al acrílico y al marcador. Y pare de contar.
En una institución educativa de Nariño, como en muchas, se dota a los maestros de unas carpetas obsoletas, tres marcadores de tinta, una cartuchera y un lápiz. Únicos elementos que pretenden significar algo en materia educativa.
Mientras en otras regiones se cuenta con tecnología de punta, computadores, tabletas y todo un arsenal de material que contribuye significativamente a la educación de las nuevas generaciones, en Nariño los educadores deben afrontar toda una serie de carencias que les impide afrontar el verdadero reto de la educación.
No se invierte en educación, las aulas aún conservan esa pizarra vieja con las cuales nos educaron hace treinta o cuarenta años. No existe un tablero digital o inteligente que permita y facilite el proceso educativo. Se acude a la perniciosa fotocopia que ya nada representa para los jóvenes de hoy.
Si la educación de Nariño no ha descendido a sus límites más bajos, se debe a la tenacidad y perseverancia de sus maestros, que entre viejas y desobligantes carteleras tratan de llevar algún conocimiento a sus aulas. Material en desuso, desactualizado y fiel reflejo de lo que somos como sociedad en materia educativa.
Los perfiles laborales de los nuevos profesionales son exigentes y sustentados en el aprendizaje de herramientas digitales. La Inteligencia Artificial lo está transformando todo y es vital aproximarse a su gran capacidad transformadora. Los tableros inteligentes contribuyen a subsanar muchas de éstas carencias pedagógicas y educativas, pero son pocas las instituciones donde se cuenta con uno o dos de ellos.
Se requiere urgentemente invertir en el sector educativo. Dotar racionalmente a las instituciones educativas y fomentar nuevos espacios de aprendizaje, más significativos, acorde a las exigencias del siglo XXI y tendientes a formar seres con nuevas y renovadas competencias. Es imposible educar en ausencia de tecnologías y materiales modernos.
Como sociedad debemos entender que ya no es posible sostener una educación obsoleta, intrascendente y sin fundamentos y soportes tecnológicos. Debemos dar ese gran salto pedagógico y educativo. Nuestras instituciones educativas no reúnen los mínimos requerimientos que nos sustente una modernidad. Vamos al abismo, estamos en el filo de la navaja y únicamente podremos alejarnos de esta amenaza generacional si damos cabida a nuevas formas de educar.
Presupuesto y recursos para alcanzar el nivel y el estándar de aquellas regiones que entendieron el verdadero significado de la educación y volcaron sus miradas y sus presupuestos en este propósito inaplazable y de inequívoca prioridad.
Los recursos de regalías destinados a ciencia, Tecnología e Innovación se esfumaron en proyectos de poco significado social. No tocaron las puertas de la escuela debido a la negligencia de nuestros gobernantes, directivos y agremiaciones de la educación. Creemos que aún es posible dar un paso hacia la modernidad y transformar el sistema educativo para bien de las nuevas generaciones. Nos falta visión, sensibilidad y conciencia educativa.