Desde Nod
Por Alejandro
García Gómez
García Gómez
pakahuay@hotmail.com
Cuando en 1822
e instigado por el español Benito Boves –sobrino del sanguinario José Tomás-,
Pasto rompió el armisticio con Bolívar, el poder militar de los llamados
ejércitos patriotas que en ese momento se encontraban en el sur, se volcaron
contra toda la región entonces llamada provincia de Pasto. Consecuencia
inicial: la masacre de la navidad de ese año; posteriormente se impusieron las
exacciones manu militari exigidas por Bolívar a Sucre. Ante el revés, Boves se
fugó, dejando a los pastusos librados a su suerte. Lo hizo por las selvas del
Putumayo. Ya en la República, el mismo aprovechamiento lo practicó el ex
guerrillero realista, luego general, vice y presidente de la República, José
María Obando, cuando Tomás Cipriano Mosquera (y no “de”) y sus adláteres lo
implicaron en el asesinato de Sucre. Varios más, menos grandes ni tan sonados
como los anteriores, probaron esa ruta. El Putumayo era la puerta al templo de
los fugitivos, la selva amazónica, o puente de salida hacia el Perú o Brasil.
e instigado por el español Benito Boves –sobrino del sanguinario José Tomás-,
Pasto rompió el armisticio con Bolívar, el poder militar de los llamados
ejércitos patriotas que en ese momento se encontraban en el sur, se volcaron
contra toda la región entonces llamada provincia de Pasto. Consecuencia
inicial: la masacre de la navidad de ese año; posteriormente se impusieron las
exacciones manu militari exigidas por Bolívar a Sucre. Ante el revés, Boves se
fugó, dejando a los pastusos librados a su suerte. Lo hizo por las selvas del
Putumayo. Ya en la República, el mismo aprovechamiento lo practicó el ex
guerrillero realista, luego general, vice y presidente de la República, José
María Obando, cuando Tomás Cipriano Mosquera (y no “de”) y sus adláteres lo
implicaron en el asesinato de Sucre. Varios más, menos grandes ni tan sonados
como los anteriores, probaron esa ruta. El Putumayo era la puerta al templo de
los fugitivos, la selva amazónica, o puente de salida hacia el Perú o Brasil.
A comienzos del
s. XX, los nariñenses arruinados buscaron la fortuna tumbando monte y plantando
cultivos y ganadería, levantando iglesia y parque de nuevos pueblos que, poco a
poco, colonizaron la selva cercana. Otros se acercaron por el caucho. En 1932,
se declaró la guerra entre Perú y Colombia, porque un hacendado peruano, con
sus peones armados, plantaron esa bandera en Leticia, desconociendo el tratado
limítrofe de 1922 entre los dos países. El gobierno de Lima se hizo el
orejimocho hasta que sobrevino la guerra que finalizó, con un tratado de paz,
sólo cuando el golpista jefe de Estado peruano (gr. Luis Miguel López Cerro)
fue asesinado por alguien que nada tenía que ver con Colombia. Para “atender”
esa guerra, que se hizo con soldados nariñenses en su casi totalidad, se
construyó a las volandas la mortal carretera que hasta hoy es la misma. José
María Hernández (nombre del hospital de Mocoa) fue un pupialeño fusilado en
Perú, después de firmado el armisticio. La Ley 99 de 1936 lo declaró héroe de
la patria y concedió la suma vitalicia de $30,oo mensuales a la única
sobreviviente, su hija Justina. El ministro de guerra, Hernando Correa Cubides,
derogó, en acto administrativo “por motivos de orden público”, esa ley de la
república. Jamás la recibió doña Justina.
s. XX, los nariñenses arruinados buscaron la fortuna tumbando monte y plantando
cultivos y ganadería, levantando iglesia y parque de nuevos pueblos que, poco a
poco, colonizaron la selva cercana. Otros se acercaron por el caucho. En 1932,
se declaró la guerra entre Perú y Colombia, porque un hacendado peruano, con
sus peones armados, plantaron esa bandera en Leticia, desconociendo el tratado
limítrofe de 1922 entre los dos países. El gobierno de Lima se hizo el
orejimocho hasta que sobrevino la guerra que finalizó, con un tratado de paz,
sólo cuando el golpista jefe de Estado peruano (gr. Luis Miguel López Cerro)
fue asesinado por alguien que nada tenía que ver con Colombia. Para “atender”
esa guerra, que se hizo con soldados nariñenses en su casi totalidad, se
construyó a las volandas la mortal carretera que hasta hoy es la misma. José
María Hernández (nombre del hospital de Mocoa) fue un pupialeño fusilado en
Perú, después de firmado el armisticio. La Ley 99 de 1936 lo declaró héroe de
la patria y concedió la suma vitalicia de $30,oo mensuales a la única
sobreviviente, su hija Justina. El ministro de guerra, Hernando Correa Cubides,
derogó, en acto administrativo “por motivos de orden público”, esa ley de la
república. Jamás la recibió doña Justina.
Sobrevino luego
el hallazgo de yacimientos petrolíferos. Llegó la Texas Petroleum Company, y
con ella la hojarasca, que modificó para siempre las costumbres y la ética de
los pobladores. Posteriormente, y un poco antes de la década del 80’, se asentó
el narcotráfico en sus retiradas tierras. Con él, frentes Farc y Eln se
adueñaron del territorio, al comienzo sólo por el gramaje. La Llegada de los
paras originó una guerra adentelladas por el territorio. Tal fue la tragedia,
que los cadáveres sobreaguaban cada día sobre sus ríos, como lo declaró el
alcalde de Puerto Asís, Néstor Hernández (Radio Net, 12.II.98). En 1999 se
firmó el llamado Plan Colombia (A. Pastrana-Clinton) y con él arreció la
política contra los sembradores y procesadores de drogas, sólo acá. El paquete
de traquetos se escurrió hacia el Dpto. de Nariño (Efecto globo); los sembrados
se tomaron la costa pacífica, principalmente. Frente a los apremios económicos,
los putumayenses entonces cayeron a los pies de una pirámide que allá nació,
creció se reprodujo fue condecorada por y murió, durante el gobierno de Álvaro
Uribe, DMG, que la suspendió sólo el 17.XI.08, con un estado de emergencia. En
julio de 2008 un accidente de bus en la carretera Pasto-Mocoa había dejado 23
muertos, 19 heridos y 40 familias en desgracia. El Putumayo había vuelto a
“mojar” prensa y televisión tres días.
el hallazgo de yacimientos petrolíferos. Llegó la Texas Petroleum Company, y
con ella la hojarasca, que modificó para siempre las costumbres y la ética de
los pobladores. Posteriormente, y un poco antes de la década del 80’, se asentó
el narcotráfico en sus retiradas tierras. Con él, frentes Farc y Eln se
adueñaron del territorio, al comienzo sólo por el gramaje. La Llegada de los
paras originó una guerra adentelladas por el territorio. Tal fue la tragedia,
que los cadáveres sobreaguaban cada día sobre sus ríos, como lo declaró el
alcalde de Puerto Asís, Néstor Hernández (Radio Net, 12.II.98). En 1999 se
firmó el llamado Plan Colombia (A. Pastrana-Clinton) y con él arreció la
política contra los sembradores y procesadores de drogas, sólo acá. El paquete
de traquetos se escurrió hacia el Dpto. de Nariño (Efecto globo); los sembrados
se tomaron la costa pacífica, principalmente. Frente a los apremios económicos,
los putumayenses entonces cayeron a los pies de una pirámide que allá nació,
creció se reprodujo fue condecorada por y murió, durante el gobierno de Álvaro
Uribe, DMG, que la suspendió sólo el 17.XI.08, con un estado de emergencia. En
julio de 2008 un accidente de bus en la carretera Pasto-Mocoa había dejado 23
muertos, 19 heridos y 40 familias en desgracia. El Putumayo había vuelto a
“mojar” prensa y televisión tres días.
La noche del viernes (31 de marzo) a sábado (1° de
abril) de este año, ocurrió la más grande tragedia: Mocoa. Los reiterados
buenos gestos del presidente –que no es santo de mi devoción- lo enaltecen.
Ojalá ahora, todas las promesas no se queden de nuevo en eso, y en dormir una o
dos noches con las necesidades de los necesitados. 06.IV.17
Este es un espacio de opinión destinado a
columnistas, blogueros, comunidades y similares. Las opiniones aquí expresadas
pertenecen exclusivamente a los autores que ocupan los espacios destinados a
este fin por el blog Informativo del Guaico y no reflejan la opinión o posición
de este medio digital.
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