El despertador del sur
Por: Jorge Arturo Bravo
despertadordelsur@hotmail.com
Cuando en Colombia y particularmente en Pasto, llegamos al mes de septiembre, empezamos a hablar de la Paz y de los Derechos Humanos, y dedicamos espacios y tiempos, para reflexionar sobre la realidad en que los nariñenses y colombianos, vivimos la importancia de los Derechos Humanos y recordamos con ellos a Pedro Claver, sacerdote Jesuita “el esclavo de los esclavos”, nacido en Verdú, España el 26 de junio de 1589 y fallecido en Cartagena de Indias, el 9 de septiembre de 1654.
Hablar de los Derechos Humanos, es hablar de la historia de la violación de los mismos, violación que se presente en todos los estamentos de la sociedad y Colombia se ha destacado en el mundo, lastimosamente, como uno de los países más violadores, situación dada desde la llegada de los europeos, como Cristóbal Colón en 1492, por eso nuestro país es tan violento siendo las principales víctimas son las mujeres y los niños, especialmente
Muchas instituciones defensoras de los Derechos Humanos se han creado, algunas como la Defensoría del Pueblo, que son incansables en fomentar el conocimiento, la divulgación, el respeto y la defensa de los Derechos Humanos; también en nuestro medio la Diócesis de Pasto, de Ipiales y de Tumaco, con los señores obispos a la cabeza Monseñor Juan Carlos Cárdenas, José Saúl Grisales y Gustavo Girón Higuita, respectivamente, desarrollan importante labor, pero los resultados no son los mejores, pues, la corrupción y violencia en todas sus formas, son difíciles de derrotar.
Por eso es necesario que todos, desde el campo que nos corresponde desempeñar, contribuyamos positivamente al conocimiento, divulgación, respeto y defensa de los Derechos Humanos, como lo mencionamos antes, y es desde las aulas escolares donde, se debe iniciar una verdadera cultura tendiente a este propósito, pero debe empezar desde el interior de nuestros corazones y son pues, los maestros, especialmente, los llamados a “jalonar” este bello propósito y sigamos soñando con tener, algún día, “La Colombia que anhelamos llena de amor y paz”, “la Colombia que soñamos con Justicia y libertad”, como dice la canción compuesta por el autor de esta columna. Sin embargo, no debemos olvidar que, el compromiso es de todos, sí de todos sin excepción alguna.
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