Un país de victimas

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Visión de mujer
Por Elsy Melo Maya
elsy.ya@hotmail.com
Porque lo peor que les puede pasar a las
víctimas es el olvido
, me uno a las conmemoraciones empeñadas en que esto no
ocurra, compartiendo fragmentos de una Historia de Vida, de tantas que el mismo
Estado publica y que nos muestra la
vivencia de miles de colombianos frente
al conflicto armado.

“La primera noche de Lina Mercedes en Bogotá
la pasó llorando, llegó con su nieta a la fría terminal de transportes de la
ciudad. Se subió al bus sin tener a dónde llegar, solo quería estar lo más
lejos posible de su pueblo María La Baja (Bolívar)
. Salió prácticamente con lo
puesto, huyendo de una condena a muerte de un grupo armado fuera de la ley.
“A mí me avisó Peyito Vásquez, me dijo:
‘Vete porque estás en la lista del ‘Happy’, tiene orden de matarte. En ese momento
solo pensé en coger a mi nietecita y salir corriendo. Me tocó volarme y le
agradezco que me hubiera salvado, porque a él después lo mataron
. Llegué a la
terminal con la niña y salí para Cartagena, era el único bus. Estando allá, la
primera palabra que escuché fue Bogotá, decidí irme para allá, era lo más lejos
que me sonaba para perderme”.
Exigir sus derechos fue la causa de su fuga
apresurada. “Trabajaba en el chance… De un momento a otro aparecieron los
paras y luego la guerrilla. A mi hijo lo reclutó la guerrilla y me tocó
rescatarlo del otro lado de la represa de San José del Playón
. Hice un
compromiso con ellos…  Les pedí que
esperaran a que tuviera la mayoría de edad, porque era una madre sola. Me
comprometieron a devolverlo cuando cumpliera 18 años. Para ese momento, él ya
tenía una niña, la que viajó conmigo en el desplazamiento del 2008. Cuando
cumplió 18 años sacó la cédula y lo entregué al ejército. Luego se hizo soldado
profesional y se fue, duró tres años.
En el chance me sentía cómoda con lo que
ganaba porque era un ingreso fijo. Las cosas se complicaron cuando, con apenas
ocho días de diferencia, mueren mi papá
y mi mamá…  no tenía cabeza para hacer el
turno. Como era un trabajo con números y dinero, si cometía un error se me iba
el mundo encima. Pedí unos días, no me los dieron y me despidieron. Los demandé
y eso dio pie para que me mandaran matar”. Hoy en día, Lina quiere
trabajar por sus victimarios mientras persisten los que  se oponen al proceso de paz
.

Abril 11 de 2016

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