Unos días de reflexión

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El despertador del sur
Por: Jorge Arturo Bravo

Estamos en Semana Santa, en la Semana Mayor, una semana que por esta situación de pandemia, desde el pasado domingo cuando recordamos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, donde fue aclamado con los gritos de ¡O sana!, ¡O sana!, ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!, la estamos viviendo de una manera diferente, pues al igual que el año anterior, lo hacemos desde casa.

No obstante los protocolos de bioseguridad que debemos seguir cumpliendo; no obstante no poder, como quisiéramos, acudir a los templos y participar de muchos actos litúrgicos, procesiones y visitar los monumentos, que tradicionalmente se hacen, debemos aprovechar los días santos, especialmente, y qué mejor que en familia, para la reflexión, también para la oración, y pedir a Jesús Crucificado porque esta pandemia, este coronavirus, que tantas consecuencias ha dejado, llegue a su final.

Que en estos días Santos, dediquemos también un tiempo para pensar en nosotros mismos, en nuestra familia, en nuestros amigos, en nuestro trabajo, en nuestros compañeros, pero ante todo pensemos y pidamos por la tan anhelada paz colombiana, no obstante el entretenimiento que nos puedan brindar lo medios masivos de comunicación como la radio y la televisión.

Que estas reflexiones sirvan igualmente para un cambio de actitud, para que dejemos a la vera del camino, entre los zarzales polvorientos, entre los fríos pavimentos, esas actitudes de arrogancia, de indiferencia y prepotencia; esas actitudes de envidia y de egoísmo, que a muchos caracteriza y que aún en tiempos de pandemia no las hemos olvidado y nos dejemos llevar y guiar por las actitudes de la sencillez y de la humildad, de la solidaridad y de la comprensión, de la bondad y de la generosidad; esas que dan grandeza a la persona y prometámonos ante Cristo Crucificado, ser cada día mejores. Mejor en nuestro trabajo, mejor en nuestra familia, mejor, mejor en todo y con todos. AL MÁRGEN: Es una verdadera lástima que Comfamiliar Nariño, al cerrar los escenarios deportivos del Parque Infantil, que antes eran totalmente gratuitos, poco apoco, los vaya privatizando y de esta manera, obligar a que, quienes deseen practicar el baloncesto o el microfútbol se vean obligados a pagar, de lo contrario, no juega, ¡Qué belleza! y eso que estamos en Pasto “La Gran Capital” y que el Parque Infantil no es propiedad de Comfamiliar sino del municipio.

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