Colombia ante el reto de la verdad

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Por Luis Eduardo Celis*
Tomado de viva.org.co

“A la memoria de Ángela Salazar y Alfredo Molano Bravo”

Esta semana se cumplió un año de la presentación del informe de la comisión de la verdad, el cual es un referente de primera línea para la comprensión de los conflictos vividos y presentes en la sociedad y las múltiples violencias organizadas que han victimizado a buena parte de la geografía colombiana.

En estos días escuché una presentación de Jesús Abad Colorado, hizo referencia a que en el informe sobre la violencia en Colombia, el libro publicado en 1962 y de coautoría de Germán Guzmán Campos, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna, hay unos relatos sobre hecho de violencia en Bojayá, región de la que oímos hablar cuando los trágicos hechos del 2002, pero que en los años cincuenta, ya había sido golpeada por la barbarie, una barbarie y zozobra que hoy se mantiene en esta región, lo cual lo reafirma Leyner Palacios, quien fue integrante de la Comisión de la Verdad y en cuya voz hemos escuchado lo que fue el drama de perder en los hechos del 2002 a dieciocho familiares, en medio de los enfrentamientos entre las Farc, los paramilitares y la pasividad el ejército nacional.

Tenemos el reto como sociedad de apropiarnos del extenso y riguroso informe que fue presentado por la Comisión de la Verdad, donde hay un relato y una explicación de lo vivido, mostrando las raíces de esta violencia que persiste, los protagonistas, los intereses que han defendido o retado, los múltiples sufrimientos del mundo campesino, indígena, las y los afrocolombianos, los trabajadores, los maestros, los ganaderos, las mujeres, la juventud, las niñas y niños, –para mencionar algunas de las poblaciones mayormente victimizadas– de las regiones que vivieron esta larga confrontación de proyectos de poder y contrapoder y que desafortunadamente permanece hoy en por lo menos doscientos cuarenta municipios.

Este informe de verdad debe crecer, hoy es una semilla de esperanza para honrar la vida de millones de personas, de miles de comunidades, de cientos de miles de vidas malogradas, de un sufrimiento sin nombre, al cual la sociedad colombiana le debe respeto y compromiso de que estas barbaries sean conocidas, investigadas, sancionadas y ante todo, el firme compromiso de que no volverán a repetirse para lo cual se requiere una sociedad movilizada por una democracia de calidad y unas instituciones garantes de un orden de convivencia sin coerciones ni autoritarismos.

Para que el informe crezca hay que volverlo un material vivo, que se conoce y se estudia en la escuela, las universidades, que debe ser trabajado con rigor pedagógico y creatividad, allí está la buena noticia del liderazgo que viene ejerciendo el Ministerio de Educación Nacional y la comunidad educativa para trabajar los hallazgos y las recomendaciones.

Son de tal dimensión los desafíos para asumir lo vivido, superar las raíces que han alimentado estas violencias de más de seis décadas, que se requiere una acción sostenida del conjunto de la sociedad que quiere vivir en democracia, hacer realidad que somos un estado social y democrático de derecho como lo promulga nuestra constitución del 91, la cual hoy no rige para muchos territorios y comunidades, lo cual se puede catalogar como la persistencia de cosas inconstitucionales, que debe ser corregido mediante una acción política e institucional y que para el presente asume el nombre de la política de Paz Total, que lidera el gobierno del Presidente Gustavo Petro y la Vicepresidenta Francia Márquez.

Cumplido un año de la presentación del informe de la Comisión de la Verdad, tenemos la buena noticia de que hay un gobierno nacional, comprometido con la verdad, con el cambio y la transformación de los conflictos, donde anidan las violencias persistentes.

Colombia tiene el desafío de crecer en democracia y eso requiere apropiarnos de lo vivido y vernos en el espejo de los horrores y el sufrimiento, para asumir que una indignación ciudadana sostenida, creativa y de firme compromiso con la vida en todas sus expresiones, nos permitirá construir órdenes sociales donde la vida florezca y sea posible que el propósito de una Colombia como potencia de vida sea un ejemplo para un mundo que sigue enfrascado en violencias, que pueden escalar de manera inimaginable.

A un año de la presentación del informe de la Comisión de la verdad, insistir y persistir en que este informe sin duda es un formidable trabajo, para una Colombia que tiene el reto de apropiarse de la verdad de lo vivido, comprender sus desafíos presentes y seguir trabajando por el cambio y la superación de todos los conflictos que siguen aniquilando vidas y atropellando la dignidad humana.

*Sociólogo de la Universidad Nacional, investigador en temas de paz y conflicto de la Fundación Paz y Reconciliación

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