Discriminación sexual Vs Manuales de convivencia: ¿Quién perdió?

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Desde Nod
Por Alejandro
García Gómez.
pakahuay@gmail.com
En la anterior
entrega vimos cómo en el s. XIX, la extrema derecha y el clero se opusieron a que la educación
pública fuera servida por no clérigos. Por los mismos días, Carlos Bermúdez,
Obispo de Popayán, estableció pena de excomunión a los padres que llevaran a
sus hijos a las escuelas públicas
. En honor a la verdad, también hay que decir
que ha habido otros que han procedido de manera humanista y humanitaria. El
Arzobispo de Bogotá Vicente Arbeláez, en la guerra de 1876 (que la extrema
derecha política y clerical la pretendieron del bien contra el mal) se opuso a
que la educación se convirtiera en asunto de fe.

Claro que esto le costó el
ostracismo y la acusación ante el Vaticano de ser enajenado mental. Hoy,
quienes han polarizado el país en los últimos años, con insultos señalan de
polarizador al arzobispo de Cali, Mons. Darío Monsalve por hacer público su
derecho a la defensa del sí a la paz.

En esencia, el
panorama no ha cambiado. El 3 de agosto de 2015, la Corte Constitucional falló
la sentencia T-478, “Asuntos: Discriminación por orientación sexual e identidad
de género en ambientes escolares; protección del derecho a la igualdad y del
libre desarrollo de la personalidad; corresponsabilidades en el desarrollo
educativo de los menores de edad
”, en respuesta a la Acción de Tutela de Alba
Lucía Reyes, a su nombre y en representación de su difunto hijo Sergio Urrego,
contra el Gimnasio Castillo Campestre y otros, en recordado e infausto suceso.
La Ministra de
Educación Gina Parody, que no es santa de mi devoción, realizó –para mí- uno de
los pocos aciertos de su cuestionable labor: convocar a Naciones Unidas para
someterse a sus orientaciones y dar cumplimiento al fallo. La instrucción
general es clara: nuestra sociedad machista, patriarcal, discriminatoria e
inequitativa debe cambiar su “chip” en relación con perversos conceptos que por
siglos han permanecido inmodificables
. Uno es el de las preferencias sexuales
de las personas, en clara respuesta a la sentencia T-478/15. Pero para cambiar
el “chip social” debemos empezar por el individual: la educación de los
maestros. ¡Y aquí se armó el tierrero de las mentiras, de los sofismas, a
cuáles más ingeniosamente falsos y viles!
El escándalo de
las últimas dos semanas no fue espontáneo como pretenden hacer creer quienes lo
promovieron e instigaron: la extrema derecha en alianza (¿?) o coincidencia
(¿?) con gran parte del clero católico y de pastores cristianos
. Inmediatamente
fue atizado y aprovechado por quienes buscan pescar en río revuelto con fines
electoreros principalmente, sin importarles el daño al país. Lo único que les
ha importado siempre son sus propios intereses, su poder. Los rebaños de las
sectas cristianas caminaron fieles a la voz de sus pastores. El resto de los
protestatarios reaccionaron a la manipulada sabiduría de las redes sociales,
utilizando como sutil trasfondo el lesbianismo declarado y franco de la
Mineducación Parody. Finalmente, el escándalo se propagó veloz por esa forma
solapada de manejar el país: medias mentiritas, medias “verdadecitas”; “esto lo
digo, esto lo callo”.
El presidente
Santos, buscando salvar el plebiscito, hizo la salomónica. Llamó al alto clero
que se había manifestado en la prensa y echó reversa. Uno de ellos dijo en
radio (Blú), palabras más o menos, que no promovieron sino sólo apoyaron la
protesta. Que no estaban de acuerdo con las injurias homofóbicas contra Parody
y su pareja. Que el caso del estudiante Urrego les pareció terrible e inhumano.
Bla, bla, bla… Recordé a Pilatos y su lavatorio de manos
.
“Round”
perdido, cierto, pero la civilización y los derechos humanos siempre han ganado
el pulso a la barbarie. 18.VIII.16
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