La hora de la verdad

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Endulzando las
palabras

Por Iván
Antonio Jurado Cortés
iajurado@hotmail.com
El agite
electoral ha llegado a su punto final, dejando ganadores y también demasiada
decepción. La gente del común ha dicho cohesionada o libremente que el
presidente para el siguiente gobierno se llama Iván Duque Márquez, quien
asumirá el cargo a partir del 7 de agosto
. La alegría macondiana de los
colombianos no permite ver con precisión las consecuencias negativas o
positivas de este acontecimiento eleccionario. Como todo lo que pasa en la
tierra del ‘Corazón de Jesús’, el nuevo gobernante fue noticia de un día y
luego cada cual para su casa.

En una patria
con una complejidad enorme en cuanto a economía y desarrollo social, se
necesita ser un gran estadista para tomar decisiones encaminadas a cambiar para
bien el rumbo del gobierno. Lastimosamente los primeros movimientos del electo
presidente dejan serias preocupaciones que agranda la incertidumbre de millones
de colombianos
que ansían una transformación estatal, con el fin de dejar atrás
la página conflictiva que tanta muerte y destrucción ha dejado a su paso.
Actualmente uno
de los temas de mayor relevancia es la reglamentación de la Justicia Especial
para la Paz
, supeditada a un congreso obediente a los primeros pininos del
electo ejecutivo. Fue así como tuvo que valerse de la presión internacional para
que pudiera aprobarse esta normatividad; sin embargo, los contradictores
dejaron claro de los cambios constitucionales que posteriormente se le
efectuarán. La JEP es objetivo político del nuevo mandatario y su equipo
legislativo, se nota la importancia que tiene este asunto para el gobierno
entrante.
Lo preocupante
es que todo apunta a una reestructuración profunda de la justicia especial,
dejando en el aire muchos puntos de los acuerdos que fueron refrendados a nivel
internacional, y que hoy, no son bien recibidos por quienes tomaran las riendas
del país. Precisamente este delicado tema de no enmarcarse tal como se concibió
en la firma final, traerá enormes consecuencias, nefastas para la gente que ha
sufrido en carne propia los rigores del conflicto. Ante este hecho, los
excombatientes de las Farc, empiezan a pronunciarse y de paso, pensar que ante
tanta insistencia en cambiar lo pactado, la retirada a las montañas sería la
opción más segura.
La hora de la
verdad ha llegado
y con ella la respuesta a tantos cuestionamientos que los
sufragantes antes y después de elecciones se han hecho. Hasta la fecha, todas
las expresiones que se han hecho desde la bancada uribista llevan ese sesgo de
no aceptar nada de lo poco bueno que este raquítico gobierno ha hecho. Pues la
expectativa de que se venga una transformación gubernamental como rezaba el
discurso proselitista de Duque, ahora se esfuma.
Desde las
toldas del Centro Democrático se empiezan a ventilar nombres de posibles
funcionarios que ocuparían los altos cargos del gobierno, casi todos, son
personajes conocidos por la ciudadanía, muchos con dudosa trayectoria que
implicarían serias críticas de parte de la sociedad colombiana. La verdad es
que tanto colorido no era real
, y es en este momento cuando llegan los aportes,
las críticas o los arrepentimientos del constituyente primario. El presidente
Iván Duque, no ha dudado en sustentar su programa de gobierno, siempre
intentando marcar diferencia con el gobierno saliente.
Las tensiones
se sienten en carne propia en el Congreso de la República, el ambiente
legislativo está cargado de acciones preventivas y bastante radicales
, que en
nada favorecerían una renovación política en beneficio de los más afectados, al
contrario, se nota que la incertidumbre invade la mente de la oposición y de
millones de nacionales que no les gusta participar en elecciones, pero son los
primeros en protestar ante cualquier hecho que no les parezca de su
conveniencia.
Puntos
trascendentales como la paz con las agrupaciones subversivas, el incremento de
la violencia, la reforma pensional y agraria y la consulta anticorrupción,
entre otros, son los retos que el entrante gobierno debe afrontar, al tiempo
que será un buen termómetro para mostrar la capacidad de liderazgo y su
pensamiento de cómo administrar un país cada vez con problemas complejos,
producto del narcotráfico y la cultura mafiosa enraizada en el alma de muchos
compatriotas.
Obviamente que
ninguna persona razonable puede desear que le vaya mal al próximo presidente,
solo que los recientes hechos no dan buena señal del régimen que se instalará
en la primera semana de agosto. Desafortunadamente muchos dirigentes uribistas
no miran con buenos ojos la necesidad de la población vulnerable
, más bien se
han dedicado a exponer su sed de venganza política, generando temor ante
quienes los critican.

Este es un espacio de opinión destinado a
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pertenecen exclusivamente a los autores que ocupan los espacios destinados a
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de este medio digital.

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