A propósito de la Cantata pastusa

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Por Ramiro J. García
ramigar71@gmail.com
Leer “La Cantata Pastusa”,  del escritor Gustavo Álvarez
Gardeazabal, es el recuerdo remoto de 
mis años de estudiante universitario, y evocar la añeja estampa de
aquel  patético e inconfundible personaje
de pasos acelerados, con premonitorios y evidentes visos de intelectual
, unas
veces trajeado con paltó a cuadros y corbata, en otros casos usando la típica
ruana blanca. Sus escasos y largos
cabellos  ondulantes al viento dejaban al descubierto su incipiente
calvicie. La inseparable mochila irremediablemente enmarcó al personaje en la época que narra.
De ahí que la picaresca del campus universitario lo identificaba como
“Trapito”
. Creo que él lo sabía.
Por aquel entonces, la
Universidad de Nariño también acertó en la contratación de los servicios académicos del escritor y poeta Harold Alvarado Tenorio, de
idénticas preferencias sexuales que el destacado novelista tulueño. Con el
tiempo, ambos catedráticos han brillado con luz propia en el ámbito de las
letras colombianas.
Interesante el
melancólico y agradecido escrito de Álvarez Gardeazabal, quien entre sus ocupaciones actuales se encarga de
la sección del “chimento” social y político en el programa radial “La
luciérnaga”
. Muy lejos de su verdadero talento, que para fortuna y orgullo
nariñense, en los años setenta la inquisición valluna, como él afirma, casi que lo obligó a escribir su valerosa
novela Cóndores no se entierran todos los días. Irónicamente, en la
tierra que alguna vez fuera cuna de aquella majestuosa ave……….
Me atrevo a afirmar que
Gardeazabal en su escrito magnifica la
supuesta precariedad intelectual pastusa de entonces
, así como su
generalización de que esa sociedad era
renuente a la modernización y aceptación de 
vientos culturales ajenos; pues con seguridad el escritor  destinaba el poco tiempo que le escamoteaba
a sus deberes  académicos, en la
estructuración de su novela y en los mimos que requería su efebo Roque. Es decir, estaba enclaustrado en sus propias
urgencias, y con calefacción natural.
Al margen del comentario,
quienes apreciamos su obra como escritor, periodista y político, y en mi caso,
admirador de sus invaluables aportes a la cofradía de los ORQUIDIOTAS – como él
se refiere a los cultivadores de orquídeas-; lamentamos que sus condiciones de
salud no le permitan visitar frecuentemente el terruño que lo acogió con cariño
y admiración
; pero celebramos que en este remoto lugar de la geografía
colombiana, el escritor se haya inspirado para crear esa obra clásica de
nuestra literatura.
Este es un espacio de opinión destinado a
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pertenecen exclusivamente a los autores que ocupan los espacios destinados a
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