Columna Desde Nod por Alejandro García Gómez

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Ciudades: el conflicto se transforma (2)
pakahuay@gmail.com
La “prosperidad” de las bandas
neonarcoparamilitares, conocidas también como Bandas Criminales o Bacrim, ha
crecido paralela con el agrandamiento desbordado de las ciudades reiniciado a
causa del nuevo desplazamiento rural hacia las ciudades a finales del siglo XX.

El primero, el causado por la llamada Violencia, la liberal-conservadora de
mediados del mismo siglo, transformó a los villorrios y ciudades medianas en
las grandes capitales de finales del siglo pasado (Russell W. Ramsey la divide
en 4 etapas, desde el 9 de abril de 1948 hasta 1965, cuando según él termina,
aunque se podría controvertir que Colombia ha sido una noria de violencia). En
ese entonces, el diligente empresariado colombiano, con el gobierno a la
cabeza, aprovecharon el desplazamiento para producir grandes riquezas a costa
de la innumerable, hambrienta y aterrorizada mano de obra que fue llegando a
las ciudades. Fue entonces cuando se planeó y ejecutó, en el último gobierno
del Frente Nacional -el del conservador Misael Pastrana-, el Plan de las Cuatro
Estrategias del economista Lauchlin Currie. El auge de la gran industria fabril
comienza ahí, al igual que la gran banca actual despegó también ahí con la
construcción, pagada a plazos por las clases populares y medias, agradeciendo
el favor (Upac). Pero la solución urbana no cobijó a todos. Los más
desheredados de la fortuna que también llegaron, comenzaron a transformar las
ciudades no con base en el Plan Currie de Misael, sino a la bartola, como
pudieron, obedeciendo las leyes que produce la miseria, guareciéndose en
ranchos de madera y cartón que fueron dando paso a ladrillos pegados y techos
de zinc o eternit
, que luego se reemplazaron con “planchas” de cemento para
otro piso –los que lo lograron-, como solución de vivienda en préstamo o
arriendo para quienes salvaran su vida y llegaran. Se formó así una laberíntica
geografía de terrazas, calles y recodos que entonces “no se le paró bolas” y se
la dejó tal cual y que hoy es el refugio desde donde se cultiva esta diaria
plomacera y donde se pueden organizar las atalayas para defensa y ataque de los
“combos” que pertenecen a las bandas neonarcoparamilitares o de los grupos de
milicianos de la guerrilla.
Sólo por el crecimiento demográfico de quienes
ya están ahí –sin contar con más desplazamientos- el tamaño de las mismas
ciudades y poblaciones desbordará el actual y cualquier expectativa de
desarrollo equitativo para ellas, inmensas e injustas hoy, será pequeña. Pero
los desplazamientos continuarán, por lo visto. Los problemas llegarán entonces
a lo impredecible, porque no hay voluntad de mejoramiento por parte de quienes,
por recursos y liderazgo, podrían emprender las soluciones que acucian.
Cualquier medida o actividad que intente siquiera el análisis público sobre la
redistribución de la riqueza en Colombia con una función verdaderamente social,
con la consiguiente merma de privilegios –ni siquiera abolición-, se rechaza
con mezquindad
. Por ejemplo: la actitud asumida por uno de los grandes gremios
de la producción como es el ganadero, frente al foro sobre tenencia de la
tierra, convocado en Bogotá, a comienzos de este año. Su Presidente José Félix
Laforie desistió de ir a plantear allá los respetables puntos de vista de su
agremiación. Algo peor ha sucedido con la llamada Ley de Tierras, aprobada en
este gobierno. Sería extenso seguir citando ejemplos.
La peor degeneración que ha sufrido el
conflicto, por su misma dinámica –como consecuencia de este nuevo desborde
urbano de quienes ya nacieron en la ciudad- es la actual introducción y manipulación
de los menores de ambos sexos en él, como actores de la guerra
, que se está
dando en los sectores populares de las ciudades. Los valientes, documentados y
escalofriantes informes de Deici Johana Pareja M. del periódico EL MUNDO de
Medellín (por su nombre, muy joven, al parecer), son una muestra lo que está
ocurriendo en las ciudades colombianas. 07.II.13.
Este es un espacio de opinión destinado a
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pertenecen exclusivamente a los autores que ocupan los espacios destinados a
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