Columna Desde Nod

Por Alejandro García Gómez

pakahuay@gmail.com

“El espectáculo es la dictadura efectiva de la
ilusión en la sociedad moderna […] El consumidor real se torna en consumidor de
ilusiones”, dice Guy Debord, citado por Vargas Llosa. La sociedad actual,
manipulada por los poderes económicos, capitalistas y lo que queda de
socialistas, han implantado una “cultura global-cultura mundo” (V. Llosa).
Por
primera vez en la historia, toda la humanidad empieza a ser uniformada con un
solo patrón cultural debido al adelanto tecnológico en las comunicaciones y a
la entronización de la ciencia como el único ser confiable de todas las
creencias, por obra y gracia directa de la manipulación de la economía de
mercado que convierte todo en artículo de consumo masificado. El desapego y
caída en las creencias religiosas, tema debatido en otras columnas acá, ha sido
fundamental.

El tratamiento a la contaminación ambiental
generada por esa misma economía masificada de mercado es apenas otro ejemplo
más. La única causa de la polución mundial es la sobreexplotación de la
energía. La Revolución Industrial generó, por primera vez, una manera de
producir bienes y servicios de manera masificada a partir de las energías,
fósiles principalmente, que mejoraron la calidad de la vida humana. Nació el
Capitalismo Mercantil que uniformó a la humanidad al consumo de esa producción.
El aumento de la población generó más consumo. Nació entonces el Capitalismo
Comercial. Este creó la moda como una necesidad -para autosostener y acrecentar
todo el capitalismo- y generó un mundo de ilusiones nuevas que inventaron
nuevas necesidades: vestuario según las estaciones del año, turismo (hasta de
fines de semana y “puentes”), espectáculos y artistas de espectáculos, etc. Es
decir, cada vez mayor consumo de energía, por tanto mayor producción de la
misma al precio que sea.

Quienes manejan los hilos de la economía de
mercado también han creado la necesidad del Día de la Tierra, Día del Agua, Día
sin carro, etc. Vender esta idea “negocio” a gobernantes y políticos no ha
significado un gran esfuerzo porque, a lo largo del día, saben que también
políticos y gobernantes son vendedores de ilusiones. Los gobernantes han
acogido el “producto-negocio”, porque son populistas -unos más que otros- ya
que el populismo es la única manera de tapar las desigualdades entre las
diferentes clases sociales. Todo populista se especializa en pintar falacias a
manera de verdades repetidas, con el fin de que se conviertan en verdades
verdaderas. De este trabajo de repetición se encargan los medios masivos de
comunicación que casi siempre son cercanos o proclives al poder del gobernante,
de sus políticos y de los dueños de las economías de mercado, en cualquier
sistema político.

El embeleco de El Día sin carro, un
“espectáculo-negocio”, los gobiernos lo han convertido en un logro ambiental,
vital para la atribulada Tierra. Pero nada hacen con respecto a los abusos
denunciados con las multinacionales minero-energéticas: petróleo, gas, carbón,
oro, metales raros, etc., ni nacional ni internacionalmente. Internacionalmente
recordemos el burlado Protocolo de Kioto y nacionalmente las trasnacionales que
se han apoderado de nuestros recursos.

Pero por lo menos, El Día sin carro ya
comienza a generar polémica: para unos es 
problemático; oportunidad de populismo para los gobiernos que lo
sostienen; para los taxistas es su agosto y para el gran común, un dolor de
cabeza. Estamos, como dice Vargas Llosa, en La sociedad del espectáculo.

Nota.- Con el cambio de dirección, Noticias
RCN televisión se convirtió en caja de resonancia verborreica de quienes
insisten en polarizar aún más a la sociedad. Es no sólo mezquino sino peligroso
aprovechar los medios masivos para manipular el dolor y para acrecentar el odio
con fines políticos, quizá protervos. 23.IV.15

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