Mi ventana
García
épica religión llamada ciclismo, cuyo número creciente de adeptos practicantes
guaicosos data desde nuestra época de adolescentes, por allá en los 60s, tuvo
como termómetro principal la ida y vuelta desde el poblado hasta lo que
conocíamos como La Granja. Un alucinante trayecto en tierra, afirmado con
“cascote”. ¡Eso sí que era adrenalina pura!
hacíamos más que pensar que al regreso, por la subida hacia el lugar donde
permaneció la icónica valla PIELROJA, nuestra virilidad se derretiría como
consecuencia de los pedalazos en aquellas pesadas “ciclas” de puro y
consistente metal. Por autoestima y temor al bulling de nuestros compañeros de
aventura deportiva sabatina, bajarse de aquel mamotreto era impensable. Siempre
adelante, así las fuerzas flaquearan…
tardar en el recorrido de ese trayecto más del tiempo presupuestado, implicaba
cancelar una paga adicional por el alquiler del vehículo en la “agencia de
ciclas”. Y, regularmente, ese dinero escaseaba.
Pues bien, esa
doblemente inquietante sensación nos la procuraron dos personajes de la época:
mi vecino, el profesor Heriberto Montilla y el maestro Lucio Montezuma; ambos
propietarios de sendos establecimientos dedicados al alquiler y reparación de
bicicletas. Ni el profesor ni el maestro fueron docentes de la academia, pero
sí laureados por el conocimiento empírico y la percepción innata en la
formación e influencia sobre jóvenes con ansias de practicar el deporte de las
bielas, una afición progresiva en este país que fue, es y será ciclismo puro.
No cabe duda.
profesor Montilla se destacó por su conocimiento, inquietud y disciplina sobre
los deportes que practicaba y orientaba, el maestro Lucio fue empírico,
perspicaz e intuitivo. El primero equilibrado y parco en la expresión oral; el
segundo demasiado locuaz, tanto que cariñosamente lo conocimos como “loco
Lucio”. En un juego de palabras, un loco lúcido.
los dos personajes de características contrariadas coincidieron en olfatear las
condiciones, competencia y calidad ciclística de quien fuera una de las figuras
más destacadas en esa disciplina deportiva regional, el pedalista Orlando
Suárez Andrade.
Podría afirmar
que ellos, en concordancia con su propio estilo y óptica contribuyeron en la
formación y mejora de las condiciones y desempeño de aquel extraordinario
ciclista; a la postre, prematuramente retirado.
participó en una Vuelta a Colombia, cuando en aquella época era impensable que
uno de los nuestros brillara al lado de Gomajoa, Carlos Campaña o Wilfredo
Insuasty.
muchos años de practicar y orientar el deporte en sus diversas manifestaciones,
don Heriberto Montilla abandonó esta dimensión; Lucio lo hizo el pasado
domingo, 8 de julio.
confirmar que la noticia ha causado mayor trascendencia entre sandoneños
migrantes.
consecuencia, estas apuradas pero honestas palabras expresan mi reconocimiento
póstumo a aquellos dos personajes de la afición ciclística que hilaron historia
en el ámbito deportivo local.
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