El berraco lío del camarón en Tumaco

Nilza María Pantoja, columnista
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Con toda la crisis diplomática suscitada por los dedos calientes del presidente Petro en su red X y la respuesta del presidente Donald Trump, los mercados temblaron, pero muchísimo más los colombianos, donde el principal aliado económico es justamente Estados Unidos. En lo que respecta a Nariño, cerca del 37% de nuestros mercados se van a esas tierras, y exportamos con unas dificultades enormes, por ejemplo, el tema del camarón, donde el país al que más le vendemos es la tierra del tío Sam. Miremos entonces:

Históricamente, el negocio del camarón en la costa pacífica nariñense ha estado en manos de privados, sin embargo, actualmente, según los mismos camaroneros, se ha dado una democratización de la actividad y hoy en su gran mayoría se encuentran en manos de organizaciones de base. Pese a esto, dichas organizaciones enfrentan un escenario dramático. Miremos esto: solo en Tumaco el potencial para cultivo de camarón es alrededor de 1.700 hectáreas de espejo de agua, pero de estas, aproximadamente solo 320 hectáreas se han podido reactivar, cerca del 19%.

Fue por ello que las organizaciones recibieron con enorme alegría hace más de 1 año el anuncio del gobierno nacional de una inversión de $108.000 millones de pesos, durante el lanzamiento del programa MISIÓN TUMACO, para fortalecer la producción e industrialización del camarón. No obstante, desde esa fecha hasta hoy han sido varios los funcionarios que han visitado la Perla del Pacífico para deleitarse de su gastronomía, pero seguimos en las mismas, con un agravante: actualmente cerca de 75.000 personas dependen de la cadena productiva del camarón, y de esas alrededor de 5.000 son mujeres cabezas de familia. En este contexto, el drama es complejo, pues se reportan pérdidas por más de 500 millones de pesos por la baja en el precio, crisis que se profundiza por el contrabando proveniente desde Ecuador, que pasa por el anhelado paso en Mataje, paso de frontera que hasta el momento no se ha aperturado, aun contando con toda la infraestructura necesaria y que se ha convertido en un verdadero karma, por TODO lo que ahí se mueve.

La falta de cumplimiento en la inversión prometida compromete gravemente temas como:

  1. Falta de infraestructura idónea.
  2. Incertidumbre económica para las familias que dependen del camarón.
  3. Falta de modernización e inversión en tecnología y asistencia técnica, así como programas de capacitación.
  4. Gestión de plagas y enfermedades.
  5. Impacto ambiental.
  6. Falta de seguimiento.
  7. Pérdida de credibilidad de las comunidades en el gobierno.
  8. Falta de garantía de accesos a mercados.
  9. Pérdida de potencial económico.
  10. Riesgo social, dejando comunidades al acecho de grupos al margen de la ley e incentivando cultivos ilícitos.
  11. Exacerbación de problemas de seguridad y orden público en la región.

Así que, señores del gobierno nacional, hay que cumplirle a la costa pacífica nariñense en pro del desarrollo de una industria sostenible y competitiva, capaz de generar empleo y mejorar la calidad de vida en la región. La gente sigue creyendo en que es posible trabajar decentemente y ojalá al final del gobierno, no vayamos a decir que la plática del camarón se la durmieron y se la llevó la corriente.


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