Rincón consaqueño
José Rodrigo Rosero Tobar
roserotobarjoserodrigo@gmail.com
No estaba frente al juez. Parecía que eso que llaman virtualidad le estaba ganando la partida a la presencialidad. Me habría gustado mirar la cara del togado, como les dicen, cuando emitía su veredicto final.
Había iniciado el proceso hacía aproximadamente dos años, pero al momento de fallar, el juez designado para el asunto había encontrado, según su decir, que las circunstancias de modo tiempo y lugar no eran las que se habían plasmado en el escrito original y era hasta lógico, la lentitud con que se llevaron las actuaciones, deliberada o no deliberadamente, se habían trastocado los hechos y ya no tenían el sustento que tuvo en su momento cuando se presentó la querella judicial. Prácticamente, todo había variado, considero que la contraparte acomodó las cosas durante ese lapso de tiempo, para sobrellevar el asunto hacia una favorabilidad.
Se dice que la justicia en Colombia está determinada por la rama judicial, una pieza clave dentro del funcionamiento del Estado y su objetivo ulterior es aplicar y hacer valer las leyes con el propósito de proteger los derechos, cumplimiento de las obligaciones y, en términos generales, de ofrecer una sana y justa administración, aunque en el caso no alcancé a determinar la realidad de esa finalidad.
Ampliamente, se habla de la crisis judicial en nuestro maltrecho país, reflejada en dificultades en el sistema, el conocimiento por medios de comunicación de corrupción e impunidad, sumada a la lentitud en el avance de los procesos y una imagen desfavorable de cerca del 80% al sistema judicial.
Consacá, 1 de noviembre de 2024